El Barça y su Pulsión Autodestructiva: Entre la Gloria y el Abismo
El FC Barcelona parece tener una extraña tendencia a la autodestrucción, incluso cuando las cosas empiezan a ir por el buen camino, cuando la afición comienza a soñar. En Can Barça, los debates son cíclicos, casi como las estaciones del año, y giran siempre en torno a algo muy antiguo: el estilo, el ADN del equipo. Con Hansi Flick en el banquillo, las alarmas empezaron a sonar cuando los titulares destacaban su enfoque en la preparación física como algo separado del juego, en vez de ser una parte integral de su visión futbolística. Desde el principio, Flick fue como un gladiador con una mano atada a la espalda, luchando contra los prejuicios.
El Debate Táctico del Barça
Mientras tanto, el Barça se mide más en el mundo de las ideas que en el del juego real. Se habla del 4-2-3-1 como si fuera un sistema audaz e inusual, cuando en realidad el equipo lleva varios años empleando dos mediocentros. Algunos lo llaman un sistema "desacomplejado", como si la táctica inicial lo fuera todo. Sin embargo, el Barça de Flick se construye más desde el 4-3-3 que desde el 4-2-3-1, con un extremo de interior y otro en amplitud, un mediocentro entre líneas y otro más retrasado. Flick se adapta a sus jugadores como un sastre que ajusta un traje a medida.
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En el entorno azulgrana, donde política e intereses personales siempre juegan un papel importante, ganar no es solo un hecho deportivo, sino un mensaje. Golear implica, para algunos, que el Barça ha abandonado su caduco estilo 4-3-3, su ADN, en favor de una nueva cultura futbolística: juego directo, verticalidad y presión. Paradójicamente, estos son conceptos que cualquier equipo del mundo aplica en algún momento. Pero aquí, nada es inocente. Se vende la idea de que el Barça ha madurado al cortar con un pasado que lo retenía. Flick parece aceptar este nuevo escenario.
El Barça de Guardiola: Un Ejemplo Físico y Vertical
El primer Barça de Pep Guardiola, en la temporada 2008/2009, es quizás uno de los equipos más físicos, verticales y agresivos que hayan existido. Ese equipo marcaba goles directos con pases largos de Márquez o Piqué a la velocidad de Henry o Eto’o. Alves asistía a Messi en dos toques que desarmaban cualquier defensa. Ese juego combinativo y veloz, etiquetado más tarde como tiki-taka, se valoraba sin entender que incluso Guardiola aborrecía esa etiqueta.
En realidad, el Barça de aquella época no sería considerado como el estilo de Guardiola con los ojos de hoy. Sería visto como una ruptura con el pasado. Durante años, el Barça ha tenido una crisis de identidad, jugando un fútbol deslucido, pero ahora, finalmente, parece recuperar su esencia.
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Es peligroso perpetuar la narrativa de una ruptura inexistente, ubicando a Flick en una categoría que no le corresponde. A veces, leyendo ciertas opiniones, uno podría pensar que el Barça juega como el Stoke City, cuando la realidad es otra: suman pases manteniendo profundidad, tienen más juego interior que en temporadas anteriores y presionan alto con jóvenes como Cubarsí e Íñigo Martínez como centrales, Bernal o Casadó en el mediocentro, el resistente Pedri de interior y el veterano Lewandowski en la delantera.
El Barça podría estar abocado a conceptos vacíos mientras, ante sus ojos, se construye algo que por fin habla con su glorioso pasado. Habrá que ver si se da más importancia al físico que a la táctica, a la sapiencia de ubicarse en el campo y a jugar un "fútbol vertical".
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