El espíritu valiente de Jesús Martínez Patiño, nacido en los rincones de Papantla en 1957, está listo para enfrentar un desafío monumental desde la distancia: su querido Pachuca se bate con el todopoderoso Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental, un partido que talla en oro la historia del club mexicano. Desde que Martínez tomó las riendas en 1995, escenario en el que los Tuzos jugaban en Segunda, el proyecto ha crecido con fuerza y fe, alcanzando ahora este gran hito. Sin embargo, su conversación desbordante de pasión no tarda en cambiar de rumbo hacia otro de sus amores, el Real Oviedo, que le roba horas de sueño.
Duplica tu depósito hasta $200.000 en apuestas y casinos bono de bienvenida
De rodillas y con fe: Una semifinal de infarto
«¿Nervioso? Un montón», confiesa Jesús Martínez cuando revive los momentos de tensión que vivió durante los penaltis de las semifinales. Cree profundamente en el poder divino y no dudó en pedir la ayuda celestial de sus padres cuando el marcador parecía implacable al colocarse 0-2 en contra. «Lo pasé fatal», admite. Sin embargo, su fe inquebrantable, ese motor que nunca cesa, junto al apoyo desde el más allá, llevaron al Pachuca a superar este obstáculo titánico.
Esplendor en el campo: Pachuca pisa fuerte
El orgullo es notorio cuando Martínez describe el recorrido del Pachuca. «Un orgullo tremendo», asegura con el rostro iluminado. Primero fue vencer al ganador de la Libertadores, un triunfo con sabor especial por la eterna rivalidad con los equipos de la Conmebol. Después, alzarse frente a un rival de renombre como el Al Ahly, un verdadero titán.
Enfrentarse al gigante: el Real Madrid
Hablar del Real Madrid es mencionar a la institución deportiva por antonomasia. «La mejor institución deportiva del mundo», recalca Martínez sin pestañear. Pachuca medirá fuerzas con el club que lleva la insignia de la grandeza, una oportunidad de oro. La relación con Florentino Pérez, a quien admira, y con su hermano de alma, Emilio Butragueño, añade una brizna de afecto personal a esta batalla de gigantes, una antesala del Mundial de Clubes.
Los orígenes de un sueño
Cuando en 1995 asumió el control del club, seguramente Jesús Martínez no tenía en mente la magnitud de este éxito. Sin embargo, sus palabras resuenan como un himno al optimismo: «Los sueños de los grandes soñadores nunca llegan a realizarse, sino que siempre son superados.» Y ese ha sido el caso del Pachuca, que se ha coronado como el club mexicano más ganador de los últimos 25 años.
Duplica tu depósito hasta $200.000 en apuestas y casinos bono de bienvenida
Pachuca: cantera de campeones
Para quienes no han tenido el deleite de ver a los ‘tuzos’ en acción, Martínez los describe como un engranaje bien engrasado. «Un equipo súper unido, con mucho compromiso», dice, donde la cantera juega un papel crucial. Cerca del 70% del plantel ha sido cultivado en casa, y ahora estos jóvenes se disputan la gloria ante el Madrid, escoltados por veteranos de calidad como Rondón y Cabral. Este es un modelo que también visualizan para el Real Oviedo.
Universidad del Fútbol: El núcleo del éxito
El papel de la Universidad del Fútbol en este éxito no es cosa menor. Más que un centro de formación, es el Disneylandia para los talentos jóvenes de Pachuca. Allí, jugadores y jugadoras no solo perfeccionan su técnica, sino que viven y respiran fútbol en un ambiente idílico.
Un duelo contra el tiempo y la experiencia
Con toda la admiración que Jesús Martínez profesa hacia el Real Madrid, está seguro del papel digno que hará el Pachuca. Aunque el cansancio por los partidos previos podría ser una traba, no será excusa; el equipo irá con todo.
Un premio millonario
La ambición económica acompaña a este sueño: «Si le ganamos al Madrid serían unos cinco millones de dólares de premio», menciona con cierto brillo en la mirada. Y aunque la derrota aún asegure una jugosa suma, el reto es a por todas.
Para Martínez, el cielo es el límite, y su convicción irradia tenacidad, un ejemplo de que con esfuerzo, visión y un poco de fe, incluso los sueños más audaces pueden alcanzarse.
