Charlar sobre fútbol con Quique Sánchez Flores, nacido en Madrid hace 59 años, es como disfrutar de una tarde de primavera al aire libre: refrescante y lleno de vitalidad. Quique, conocido por su sensibilidad, destacaba en un mundo donde la fuerza bruta era la norma y las emociones eran vistas como un signo de debilidad. En su tiempo como jugador, al igual que muchos otros en los años 90, hablar de depresión o sentimientos era un tema tabú. Sin embargo, Quique vivió su propio calvario en secreto, enfrentándose a lo que probablemente fue el peor episodio de su vida.
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Una Familia con Alma
Hablar de la familia Flores es mencionar una dinastía que, después de la Familia Real, es quizás la más reconocida en España. Orgulloso de su linaje, Quique destaca el amor y el cariño que se profesan. "Nos han dado mucho cariño", comenta, refiriéndose a sus familiares que brillan en varios campos, destacando a figuras como Lolita y Rosario en el mundo del entretenimiento. Son trabajadores incansables que, a pesar de su perfil público, están lejos de ser únicamente una familia de fachada.
Emociones que Traspasan las Barreras del Fútbol
Criado en un entorno donde las emociones son valoradas, Quique ha sido un hombre mucho más sentimental que muchos de sus colegas. Expresando con el corazón, se ha permitido ser vulnerable, un rasgo que atribuye a su entorno familiar cálido y único. "Me emociono porque las cosas hay que sentirlas", menciona.
El Valor de las Palabras Auténticas
Como entrenador, Quique se ha asegurado de que sus charlas lleguen al corazón de sus jugadores. Recuerda con una sonrisa una reacción de Juan Mata durante una charla emocional en el Getafe. Estas conexiones genuinas son vitales, ya que no valen las frases vacías a la hora de motivar a un equipo en apuros.
Desafíos Internos en una Época de Hombres de Acero
Hay que imaginar lo complicado que era ser un hombre emocional en los años 90, cuando se esperaba que todos fueran titanes sin fisuras. Quique confesó que, en esos años de acero inoxidable, no había un espacio para mostrar debilidad. A pesar de su amor por la lectura y la escritura, se consideraba una rareza. Sin embargo, detrás de su sensibilidad, también había un hombre que enfrentó una depresión silenciosa y solitaria, hasta que encontró apoyo profesional en secreto.
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El Secreto Mejor Guardado
El año 89-90 fue una prueba de fuego para Quique. En esa época, admitir una depresión era como nadar contra corriente. Buscó ayuda en un psiquiatra de Valencia, manteniendo su tratamiento en el más absoluto secreto para proteger su carrera.
Un Entrenador que Rompió Moldes
A pesar del estilo tradicional y a veces rígido del mundo del fútbol, Quique abrazó su sensibilidad. De hecho, esos momentos de emoción pura a menudo surgían en situaciones cercanas al fracaso más que al éxito.
Una Vida Familiar Poco Común
Su experiencia en Dubái fue una etapa de felicidad y reflexión. Aunque tuvo una carrera intermitente entre diferentes ciudades por su pasión por la élite del fútbol, siempre se aseguró de mantener a su familia cercana, incluso tras un divorcio.
Esta historia de Quique Sánchez Flores no es solo una crónica deportiva, sino un relato de un hombre que ha permanecido fiel a sus convicciones emocionales, rompiendo moldes y atesorando los trofeos internos que no se ven, pero que son eternamente valiosos.