En los cuartos de final de la Concacaf Nations League entre México y Honduras, el drama se adueñó del partido desde el primer minuto hasta el último segundo. Con una desventaja de 2-0 tras el partido de ida, la Selección Mexicana sacó la casta y logró igualar el marcador global con un vibrante empate. El 2-2 en el Estadio Azteca reflejaba la intensidad de un duelo que, al concluir el tiempo reglamentario, desató una serie de incidentes en la cancha.
Confusión y polémica arbitral
Tras el pitido final de los 90 minutos, se desató un altercado entre jugadores hondureños y el cuerpo arbitral. Las cámaras de televisión no lograron captar toda la acción, pero en un momento de tensión, el árbitro mostró una tarjeta roja. Parecía que el expulsado era Deybi Flores, medio de contención de los visitantes. Sin embargo, al inicio del tiempo extra, Honduras seguía contando con 11 jugadores en el campo.
Luego se esclareció la situación: el árbitro había expulsado en realidad a Enrique Facusse, el portero suplente hondureño. Esta decisión permitió a los catrachos mantener su formación completa, aunque los dejó con una opción menos de cambio en los minutos decisivos contra México.
La acción continúa en el Estadio Azteca
Con el 2-2 global, el partido se vio obligado a ir a tiempos extra ante una multitud fervorosa en el Estadio Azteca. Treinta minutos adicionales de fútbol aguardaban en un clima de tensión y emoción. Si el empate persistía, el destino del partido se decidiría desde los once pasos. En ese escenario, cada balón se convirtió en el suspiro de una nación esperando la gloria.
El desenlace está cerca
Los aficionados estaban al filo del asiento, cada pase y cada disparo cargado de la esperanza y la ansiedad del momento. Definitivamente, estos cuartos de final pasaron de ser un simple partido a una epopeya futbolística, elevando la adrenalina a niveles estratosféricos. La batalla estaba lejos de terminar y el desenlace prometía ser memorable.
Un final cardiaco se avecina en el templo del fútbol mexicano. ¡Que ruede el balón y que jueguen los dioses del estadio!
