Para los aficionados al fútbol, que la Copa América y la Eurocopa coincidan en sus fechas es un deleite. Literalmente, a sus días les faltan horas para ver partidos y, por ende, para apreciar en acción a sus jugadores favoritos. Por cierto, también para alentar a las selecciones de sus países de origen o a las que adhieren por una cuestión de simpatía. Opciones hay para todos los gustos.
Comparaciones inevitables
Sin embargo, que ambos eventos continentales se disputen paralelamente también da pie para un ejercicio habitualmente odioso: el de las comparaciones. Y aquí es donde se abre la cancha para considerar distintas variables que, naturalmente, desequilibran la balanza en favor de uno u otro. El ganador de la contienda depende de factores objetivos y de otros no tanto.
Weston McKennie y su perspectiva en la Copa América
Weston McKennie es una de las figuras de Estados Unidos, el anfitrión del evento que nació como un torneo sudamericano, pero que paulatinamente, y sobre todo en esta versión, ha ido agregando combinados de todo el continente. El volante de la Juventus no ha podido evitar mirar al otro lado del Atlántico y, naturalmente, ha establecido el paragón de rigor.
El ambiente en los estadios
Su balance es categórico. “Es frustrante, sobre todo para el jugador, estar en un estadio con capacidad para 70.000 personas y que apenas entren 25.000. No hay atmósfera”, establece solo en el inicio de su análisis. Los estadios a medio llenar son como un gol en contra, no hay forma de ignorarlo. Ha quedado de manifiesto que el ambiente lo han puesto los hinchas del resto de las selecciones, quienes han viajado especialmente a alentarlas o forman parte de la comunidad extranjera residente. En ese campo hay que apuntar el principal atractivo del torneo: la presencia de Lionel Messi, la figura de Argentina.
Críticas a la organización y el terreno de juego
McKennie fue incluso más allá. Y aquí puso el dedo en la herida en una materia en la que Estados Unidos suele ser una garantía para este tipo de justas deportivas: el nivel de la organización. “Es un terreno irregular, se rompe a cada paso”, declaró en la antesala del debut del combinado estadounidense, en Dallas. Aquí los estadios alemanes de la Eurocopa sacan clara ventaja.
El volante ni siquiera tiene margen para la duda. “En Alemania todo el mundo juega en campos grandes, con césped espléndido y el juego se ve afectado positivamente”, planteó, en una clara contraposición a lo que se observa en los campos de su país. Las canchas norteamericanas, montadas específicamente para cumplir con el compromiso futbolístico, ofrecen una muestra de la capacidad tecnológica pero presentan imperfecciones que los futbolistas de primer nivel notan de inmediato. Y eso, en un deporte donde hasta el más mínimo detalle puede definir un partido, es un problema mayúsculo.
Sin duda, las críticas de McKennie traen a colación la eterna comparación entre ambas competencias. Aunque la pasión de los hinchas y la calidad de los jugadores son innegables en ambos lados del Atlántico, estos desafíos logísticos y ambientales ponen en evidencia que, para algunos, todavía hay un largo camino por recorrer.
