Y usted, ¿qué hacía ese 1 de julio de 2004?
Se escuchó una exhalación, un suspiro de una fracción de segundo, antes de que el sonido de la pierna del extremo Franco Cángele golpeando el balón, avisara hacia dónde debía volar el arquero Juan Carlos Henao. Cuando el antioqueño lo atenazó en sus manos a la izquierda de su arco, ese murmullo de nerviosismo se transformó en un grito que salió en simultáneo del Estadio Palogrande en Manizales, y a través de la señal de Fox Sports, inundó al País, y emocionó de júbilo a propios y extraños, a amigos del fútbol, a hinchas de River Plate, y sobre todo, a los fanáticos de esas historias de proezas y hazañas, en donde los “David” vencen a los “Goliat”.
Yo estuve ahí, en la quinta fila de occidental, abrazando a mis papás, que tuve la bendición de llevar, porque mi única paga en cuatro años de periodista deportivo, fue mi perro de soltero (Manolo), y dos pases que regalaba el Once Caldas a los afiliados a Acord Caldas. Recuerdo su llanto de alegría, la emoción que vivirá hasta el final de mis días, que muy seguramente me hará “quebrar” cuando ya no estén.
Todo el día trabajé en la previa y el pos partido del canal regional Telecafé en el estadio, junto a un equipo con mística, que hoy perdura, pese al tiempo y a escándalos que rodearon a ese medio, como “Las Marionetas”. Ese día increíblemente, cada hora debíamos dar paso a Armenia, para que el jefe de producción de turno, carta de la gobernadora del Quindío de esa época, entrevistara a Amparo Arbeláez Escalente por el cumpleaños de ese departamento.
Recuerdo entrevistar con el trofeo roto de la Libertadores al alcalde de Bogotá “Lucho” Garzón, al exalcalde Antanas Mockus, a Fernando “Miembro” (así coreaban los hinchas que esperaban para saludarle), Mariano Closs, Marcelo Benedetto, El “Pollo” Vignolo y los internacionales del periodismo que condecoró el Concejo de Manizales, como personajes ilustres. Ese día Mauricio Macri reconoció la victoria blanca, con la idea de llevarse a un Manizaleño a Boca: Elkin Soto.
Al llegar a casa, de madrugada, después de ver la celebración del equipo, me dediqué a buscar en la televisión, registro de cómo se veía la victoria de los guerreros de Montoya. En Caracol, John Jairo Reyes mostraba cómo celebraron los colombianos en Medellín la gesta, en Barranquilla y hasta en Bogotá. Vi a Vicky Dávila “echar” al agua a Carlos Antonio Vélez por llorar en el título, y una gira por varias ciudades del país que mostraba una alegría colectiva como pocas, sólo comparable con la Selección Colombia.
La crónica de Gabriel Meluk en El Tiempo, la toma de Manizales al día siguiente, un documental de “El Mundo según Pirry”, con el trabajo de la hinchada que le permitió a un joven líder de barra ser concejal; y muchos otros registros, que hoy se pierden en un tiempo. Mucho de la frágil memoria se fue al olvido, como la “grandeza” que aquella noche llegó a un equipo chico.
Colombia celebró una hazaña en Manizales, y el mundo del fútbol supo que hay una ciudad de 400 mil habitantes con estadio. Milllones de personas se ubicaron frente a un televisor y con la camiseta de Colombia festejaron.
La nostalgia, 20 años después, saca lágrimas por un equipo que no es ni la sombra de lo que fue, pero abre ventanas de un pasado, en donde por unas semanas, el equipo “Blanco” fue de todo el país.
Cuando regresaba a casa, después de 17 horas de trabajo, Esteban Jaramillo, quien regresaba a los medios ese día, me diría una frase que hoy saco de las trampas del recuerdo: “No sabemos qué fue lo que nos ganamos. Sólo el tiempo nos dará con la nostalgia que implica, la sensación histórica de lo que se consiguió”. Hoy, 20 años después lo tenemos claro.
Y usted, ¿qué hacía el 1 de julio de 20204?