El rojo se pintó de amargura en un nuevo capítulo del clásico riverplatense. La bronca y la desazón se apoderaron de los hinchas de Independiente tras un partido que tuvo de todo: goles, expulsiones, y un comentario irónico que puso la frutilla al postre de una noche complicada.
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Expulsiones que pesaron como una mochila de piedras
La primera campanada la dio el árbitro con la expulsión de Barreto a los 23 minutos del primer tiempo. Un codazo infantil, un error de principiante que dejó al rojo con uno menos ante el eterno rival. ¡Ay, papá! La tribuna se agarraba la cabeza como si viera un fantasma. Pero eso no fue todo. El segundo cachetazo llegó apenas arrancó la segunda mitad: Domínguez no logró mantener la compostura y dejó a su equipo con nueve jugadores tras una entrada violenta. ¡Un golpe más, y nos mandan a la lona!
Vaccari: entre la espada y la pared
Vaccari, el técnico que parecía tener la sartén por el mango, se vio envuelto en una maraña de decisiones difíciles pero vitales. «Los ajustes desde el banco se sintieron como cambiar las ruedas de un auto en medio de una carrera,» comentó el DT entre dientes. Las variantes tácticas no lograron parar la hemorragia de un Independiente que corría y luchaba contra viento y marea.
Golpes y contra golpes
Mientras tanto, River no lo perdonó. Enzo Pérez tomó la batuta y, como un artista en su máximo esplendor, dirigió cada ataque millonario con precisión de cirujano. El primer grito sagrado llegó a los 38 minutos, una jugada cocinada a fuego lento, que terminó con un cabezazo de Beltrán venciendo la resistencia de Rey.
La situación se tornó crítica en el complemento cuando Julián Álvarez, ese joven delantero que parece tener un imán para el gol, sacó un remate desde fuera del área que se coló en el ángulo. ¡El arco tenía magnetismo! La respuesta del banco de Independiente no se hizo esperar, pero cada decisión parecía ser un parche a un buque que hacía agua por todos lados.
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La ironía final
Al término del partido, Vaccari dejó un comentario que resonó en el corazón de cada hincha rojo: «Parece que también tenemos mal de ojo, no solo jugamos contra once, sino contra el destino.» Las palabras cayeron como una bomba en la conferencia de prensa, arrancando murmullos y algún que otro exabrupto de la prensa presente.
En definitiva, Independiente pierde más que un clásico; se lleva una noche para el olvido que será recordada por la falta de control, las decisiones complicadas y el peso de las expulsiones. La hinchada sigue esperando con resignada esperanza, soñando con una revancha que les devuelva la sonrisa.