El duelo en el escuadrón de la Liga Profesional 2024 dejó un retrogusto agridulce para los hinchas de Talleres. En un partido que se suponía de vida o muerte, la T se plantó ante Newell’s, pero el resultado fue un amargo 2-1 que, aunque no estaba en los planes de nadie, terminó colaborando con la fiesta del Fortín. ¡Ay, qué dolor!
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Una tarde de emociones y desilusiones
Desde el pitazo inicial, el estadio se convirtió en un hervidero de pasión. Los hinchas alentaban a más no poder, como si estuvieran en una final del mundo. Sin embargo, lo que se suponía que sería una tarde de celebración para los de la Docta se transformó rápidamente en un mar de frustraciones.
La Lepra, con la garra que la caracteriza, abrió el marcador con un golazo de Luis Leal que dejó a los defensores de Talleres mirando en la dirección equivocada, como si estuvieran buscando un sombrero en un desierto. Era el minuto 24, y ya los gritos de alegría de los rosarinos se mezclaban con los murmullos de preocupación de la Tribuna Artime.
Un leve atisbo de esperanza
Con el 1-0 en contra, los hombres de Javier Gandolfi no se achicaron. El equipo tuvo el carácter de un león herido y fue hacia adelante en busca del empate. A los 35 minutos, un tiro libre ejecutado por Nahuel Bustos se paseó por el área grande como un perro por la plaza, y al final, Diego Valoyes lo metió adentro. ¡Golazo! La hinchada estalló como una botella de champagne en Año Nuevo, reavivando la esperanza.
Sin embargo, lo que parecía ser el renacer de la T se desvaneció rápidamente. Después de un gol anulado que dejó a todos boquiabiertos y con la señal de “¿qué pasó?” en el aire, Newell’s volvió a apretar el acelerador.
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La sentencia final
El segundo tiempo se convirtió en un tira y afloja de emociones, pero la suerte no estaba del lado de Talleres. Vino el segundo golpe con otro tanto de Leal, que selló el destino de la tarde a favor de los rosarinos. La celebración de los hinchas leprosos fue estruendosa, como un trueno en una tormenta. Y ahí, los corazones de los seguidores de la T se fueron despidiendo poco a poco de la posibilidad de consagrarse en la Liga.
Y así, con el pitido final resonando en el aire, Talleres se despidió de la lucha y dejó el camino libre para que Vélez celebrara a lo grande su nueva consagración. Los aplausos y silbidos de los hinchas retumbaban en el ambiente, recordando que, en el fútbol, la vida puede dar vueltas como un trompo.
Los jugadores se marcharon con la cabeza en alto, pero con el sabor amargo de la derrota en sus labios. Queda el consuelo de que la T es un equipo de carácter y lucha, pero hoy fue un día para el olvido. Sin embargo, la pasión no se extinguirá, porque, en este deporte, siempre hay una revancha a la vuelta de la esquina. ¡Vamos, Talleres! ¡La próxima será!