¡Hay amores que son para siempre! El Kily González, viejo zorro del fútbol argentino y actual técnico de Rosario Central, respondió con el corazón en la mano a los elogios de Ángel Di María en ESPN. No es para menos, ¡cuando alguien de la talla del Fideo te tira flores, el pecho se infla como un globo y las palabras fluyen!
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La chispa que encendió la llama
Todo ocurrió en una entrevista donde Di María, aún con la voz entrecortada de emoción, no podía ocultar su admiración por el Kily. «Es un maestro», decía con la pasión de un pibe que nunca olvidó sus raíces y a quienes le enseñaron a correr tras la pelota. Esas palabras viajaron más rápido que un misil teledirigido directo al corazón del Kily.
El emotivo agradecimiento
¡Y aquí va la devolución! Porque el Kily no se quedó callado y desbordando energía en cada palabra, agradeció desde lo más profundo de su ser. «Cuando te elogian así, de un crack como Ángel, se siente como que te subís a la cima del Aconcagua», confesó con la voz quebrada, esos ojos que miraban más allá del horizonte y las palabras que parecían bailar al compás de un tango.
Una carrera de altos vuelos
Recordemos que el Kily y Di María tienen una historia en común, como las páginas doradas de un libro de ensueño. Con Rosario Central como telón de fondo, aquel Kily experimentado le dio la bienvenida a un joven prometedor Di María, y vaya que dejó huella. La relación entre estos dos no es solo de maestro-alumno; es una hermandad forjada en el barro de las canchas y el fuego de las pasiones.
Volviendo al ruedo con más fuerza
Ahora, en su faceta como técnico, el Kily recarga energías con estas palabras, como si fuese un superhéroe que recibe un nuevo impulso. Su entusiasmo es contagioso. «Esto es fútbol, ¡esto es vida, muchachos!», exclama a sus jugadores, ansioso de arar el césped con su impronta y volver a hacer brillar a Central como en los viejos tiempos.
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El ocaso de una leyenda y el amanecer de otra
En este ida y vuelta de elogios, se transparenta una verdad tan clara como el agua del Paraná: el fútbol argentino es una gran familia, un eterno abrazo entre generaciones. El Kily y Di María demuestran que las palabras también pueden ser goles y que el reconocimiento entre pares es el aplauso más sincero.
Así, con el corazón latiendo a mil por hora y la sonrisa dibujada en el rostro, nos despedimos. Hoy, quedó demostrado una vez más que el fútbol no solo se juega con los pies, sino también con el alma. ¡Vamos Kily, vamos Di María, y vamos Argentina! ¡BOOM!