El estadio brillaba como una luciérnaga en la noche, lleno de pasión y fervor, cuando Estudiantes y Racing se lanzaron a la arena en un partido de locura que quedará grabado en la memoria de todos los que tuvieron la suerte de presenciarlo. Con un final de película, los dirigidos por Ricardo Zielinski se llevaron la victoria en un emocionante 5-4 que dejó a los hinchas al borde del infarto y sin voz, como si estuvieran viendo la final de un Mundial.
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Un comienzo de película
Desde el primer silbato, el ambiente se sentía electrizante. ¡Y qué arranque! Corrían apenas 14 minutos cuando Estudiantes, como un tornado, comenzó a abrir la cuenta con un golazo de Mauro Boselli. El atacante, ágil como un gato, se deshizo de su marcador y, desde el borde del área, sacó un disparo que se coló en el ángulo. ¡Grito de gol que retumbó en cada rincón de La Plata!
Pero Racing, con esa garra que lo caracteriza, no se quedó atrás. A los 20 minutos, el «Cilindro» pedía un milagro. En un despliegue de habilidad, Matías Rojas ejecutó un tiro libre que dejó la barrera como un queso gruyere. Golazo y empate en un abrir y cerrar de ojos. ¡El partido era un verdadero carrusel!
La batalla del mediocampo
Ambos equipos jugaban a fondo, pero fue Estudiantes quien retomó la delantera justo antes del entretiempo. Con un despliegue de juego colectivo, la pelota llegó a la joya de la cantera, Leonardo Godoy, que con una sutileza digna de un artista, filtró un pase milimétrico para que el «Pipa» Benedetto se alineara con el destino y empujara la pelota al fondo de la red. ¡2-1 y los pincharratas se volvían locos!
La segunda parte fue un auténtico baile de goles. Racing, como un boxeador que se levanta del knock down, reaccionó y empató de nuevo gracias a un cabezazo de Lisandro López que hizo estallar al estadio. Ni bien la alegría de los académicos había alcanzado su clímax, Estudiantes respondió con una jugada colectiva que dejó a la defensa rival a la altura del betún: Boselli nuevamente apareció para poner el 3-2.
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El éxtasis y el drama
La trama continuaba desenfrenada. Racing, imbatible por naturaleza, volvió a mostrar su garra y en una jugada individual brillante, Matías Rojas se vistió de héroe y se mandó un gol digno de un highlight. ¡3-3 y la tensión en el aire era palpable! Pero los pincharratas no se amedrentaron y, a pura fuerza y convicción, lograron un nuevo gol a los 75 minutos, esta vez transformado por el joven y talentoso jugador, Nicolás Campuzano. Con este tanto, el encuentro se pintaba de albirrojo con un 4-3 a favor de los locales.
Los últimos minutos eran pura locura. Racing, a la desesperada, se lanzó al ataque. En un momento culminante, con el corazón latiendo a mil, Lucas Martínez Dupuy apareció como un ave fénix y estableció el 4-4. La hinchada racinguista estalló en un grito de alivio y felicidad.
El golpe final
Parecía que todo terminaba en un empate que dejaba a ambos en la cuerda floja, pero, como si el universo tuviera una última sorpresa, la jugada mágica llegó en los últimos instantes. Un tiro de esquina ejecutado con fuerza se acomodó en la cabeza de el «Triplete» Benedetto, quien elevándose como un cohete, marcó el 5-4 que selló la épica victoria de Estudiantes. ¡Gritos, abrazos y lágrimas en la tribuna!
El pitido final llegó como un eco, y el estadio vibró con una explosión de alegría. Estudiantes se impuso en un encuentro alocado que será recordado como una obra maestra del fútbol argentino. ¡Lo que vivimos hoy no tiene precio! Noche mágica donde el fútbol nos volvió a demostrar por qué lo amamos con locura. ¡Así es el pasión en el corazón!