Cuando Pablo Sabbag fue fichado por Alianza Lima, la expectativa era enorme. Se pensaba que este talentoso jugador extranjero iba a ser la estrella que el club necesitaba para brillar en el firmamento del fútbol peruano. Sin embargo, la realidad resultó ser una historia diferente. El jugador, que prometía ser un as bajo la manga, terminó por convertirse en una sopa sin sal, generando frustraciones en su andar por el club blanquiazul. Un rendimiento que ni el más hábil de sus regates pudo disimular y que dejó a muchos preguntándose: ¿qué pasó con ese sueño de gloria?
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La despedida de un jugador entre lágrimas
Pablo Sabbag, apodado ‘El Jeque’ por su actitud tajante y altiva, se despidió con un mar de lágrimas del equipo que, para él, fue un hogar. Con un nudo en la garganta y un sentimiento a flor de piel, entregó una carta emotiva que dejó a más de un hincha con la piel de gallina. “No sé si las palabras pueden describir lo que Alianza significó para mí. Este club fue más que un equipo, fue mi refugio, donde viví momentos de alegría que quedarán tatuados en mi corazón”, sonrió Sabbag, dejando entrever que su paso por Alianza fue un capítulo inolvidable de su vida.
Un rendimiento cuestionado
No hay mal que por bien no venga, pero en este caso, Sabbag dejó una sensación agridulce. Durante los dos años que defendió la camiseta íntima, los números terminaron siendo su peor enemigo. En un fútbol donde el gol manda, sus 14 tantos dejaron con un sabor a poco a los fanáticos. Entre cada pase fallado y cada remate desviado, parecía que el balón era un diablo con el que Sabbag no logró bailar. En sus propias palabras, cada juego se convirtió en su campo de batalla personal: “Jugué con el alma, a pesar del dolor y los obstáculos. El amor por estos colores fue mayor a cualquier adversidad”. Sin embargo, el amor no fue suficiente para convencer a la severa hinchada.
El mensaje sincero a la hinchada
“El Jeque” se despidió con palabras que podrían encender el corazón de cualquier fanático del balompié: “A ustedes, la hinchada, no tengo cómo agradecerles. Cada grito y cada aplauso me hicieron sentir que nunca estaba solo”. Esas muestras de cariño, dice, son las que se lleva en su alma mientras busca, tal vez, un nuevo destino para rematar su carrera. Con una puerta abierta para un posible regreso, Sabbag dejó claro que, aunque los caminos se separen, su amor por Alianza Lima es eterno: “Desde donde esté, siempre seré un hincha más, apoyando con todo mi corazón. ¡Te amo, Alianza!”
Al final del día, si algo podemos aprender de esta historia es que el futbol, como la vida, a veces nos sorprende con un tiro inesperado. Entre aplausos y silbidos, Pablo Sabbag se despide, esperando que el legado que dejó en Alianza Lima sea tan perdurable como sus palabras llenas de emoción.