Las calles de Damasco se llenaron de conmoción y júbilo, un tanto similar a una hinchada que celebra el gol de la victoria en un clásico, luego del sorpresivo ingreso de los rebeldes a la capital siria. En lo que parecía ser una madrugada cualquiera, el grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS) sorprendió al mundo futbolístico anunciando que el conocido dictador Bashar al-Assad había tomado la polémica decisión de abandonar el país. Con un mensaje claro y contundente, llamaron a todos los sirios alrededor del mundo a regresar a una «Siria Libre», como si de un club glorioso que vuelve a la primera división se tratara.

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El pitazo final para 50 años de opresión
En un comunicado que resuena como un golazo desde media cancha, los rebeldes declararon: «Después de 50 años de opresión bajo el mando del (partido) Baaz y 13 años de crímenes y desplazamiento forzado (…) anunciamos hoy el fin de este período oscuro y el inicio de una nueva era para Siria«. Las calles se convirtieron en el estadio donde miles de personas salieron a celebrar. Las redes sociales explotaron con imágenes de gente subiéndose a tanques abandonados, cual barra que invade el campo tras el triunfo.
Reglas del partido: Priorizar la calma
El líder del HTS, Abu Mohammed al-Jolani, no dejó lugar para la improvisación. Emitió claras instrucciones en su plataforma favorita, Telegram. “A todas las fuerzas militares en la ciudad de Damasco, está estrictamente prohibido acercarse a las instituciones públicas,» afirmó, destacando la importancia de mantener el orden. ¿Y eso de disparar al aire? Prohibido por tarjeta roja directa.
Estatuas caen, y la esperanza asciende
Aunque faltan confirmaciones oficiales, los rebeldes aseguran que el derrocamiento del régimen es un hecho. Una nueva era de libertad, al igual que un equipo esperado por mucho tiempo alzando la copa soñada, parece abrirse paso entre las multitudes de manifestantes que han dejado caer estatuas de Hafez al Assad, ex dictador y padre de Bashar. Entre lágrimas de alegría, testimonios de los presentes como el de Amer Batha, nos llegan al alma: «Esperábamos este día desde hacía mucho tiempo», expresó desde la plaza, llorando «lagrimones» de felicidad.
Una victoria que se celebra desde todos los rincones
El ambiente en Damasco es de fiesta, como la celebración anticipada de un campeonato ganado. Jóvenes ondean las banderas sirias desde sus autos mientras los rumores de la victoria insurgente son proclamados por Abu Mohamed al Jolani. Con una celebración que rivaliza con las mejores victorias futbolísticas, el mensaje es claro: “Entren a Damasco con modestia, traten bien a nuestro pueblo y a nuestra gente. Deben ser los mejores soldados”. Y así, como el primer gol del torneo, el futuro de Siria parece iluminarse con una nueva esperanza.

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