Christian Cueva, ¡el astro es más veloz que el gallo madrugador! Sorprende a propios y extraños presentándose a primera hora en su nuevo equipo, y dejó claro que está más enchufado que nunca, listo para dar cátedra en el gramado.
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Una llegada que inspira
Desde tempranito, cuando el sol apenas se asomaba tímidamente, Cueva ya estaba listo para rugir en su nuevo campo de juego, sorprendiendo a la afición y al equipo técnico. Como quien dice: «Al que madruga, Dios lo ayuda», y Christian lo sabe de sobras. Se ha presentado con una actitud que contagia energía y pasión, como un niño en el recreo que revive sus días en canchas de barrio, listo para transpirar su camiseta.
Reencuentro con el balón
En un ambiente donde el balón cobra vida propia, Cueva se ha reencontrado con su viejo amigo redondo. Empezó el entrenamiento subiendo de a pocos, como quien escala el Huascarán, con pases certeros y regates que despistaban hasta el viento. Su destreza es innegable, lleva el balón pegado al pie como si fuera su sombra, haciendo recordar a los hinchas aquellos momentos gloriosos con la selección.
- Desmarques de película: Con agilidad felina, Cueva se desplazaba creando espacios donde no parecía haberlos.
- Pases milimétricos: Sus compañeros apenas tenían que correr para recibir el esférico.
- Regates endiablados: Como un felino en caza, Cueva dejó rivales atrás, haciéndolos lucir como estatuas de sal.
Determinación a flor de piel
Los entrevistados del cuerpo técnico no ahorraron elogios. “Christian es puro talento y corazón. Está decidido a dejar su huella aquí, quiere ser reconocido como aquel reloj suizo que nunca se atrasa”, comentó uno de los entrenadores con una sonrisa que no ocultaba su entusiasmo y esperanzas depositadas en el jugador.
A medida que avanzaba el entrenamiento, el sol disipaba las brumas del amanecer, y Cueva, al igual que una estrella fugaz, brillaba con luz propia, prometiendo días de gloria para su nuevo equipo. La afición, con el corazón palpitando al ritmo del «Cueva, Cueva», se frota las manos esperando esos goles que valen por partida doble: en puntos y en orgullo. ¡A prepararse, que el show está por comenzar y Cueva tiene un guion escrito en el idioma del buen fútbol!
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