En el mundo del fútbol, las historias de amor y desamor con los equipos son el pan de cada día, y Horacio Baldessari, la querida «Pepa», tiene la suya con Sporting Cristal. Aquel delantero de los 90 que hacía vibrar a La Florida con sus goles y celebraciones, hoy confiesa entre lágrimas lo que fue salir del club de sus amores.

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Un Ídolo que Busca Regresar a Casa
La pregunta que muchos hinchas «celestes» se hacen es: ¿Por qué la Pepa Baldessari no ha regresado a Sporting Cristal en otra función? Horacio, con su carisma inigualable, ha querido volver al Rímac no solo para asistir a los espectáculos de tribunas llenas, sino para aportar su vasta experiencia al club que una vez fue su hogar. Un deseo que clama fuerte, pero que el destino, disfrazado de decisión directiva, ha negado.
Encuentro con el Pasado: El Día que las Puertas se Cerraron
Una mañana, con los latidos al compás de su esperanza, Baldessari se acercó a La Florida. Era una oportunidad de oro. «Me sentí seguro de volver a mi casa, tocar la puerta porque estaba Juan Carlos Oblitas como Gerente Deportivo», comparte Baldessari, rememorando la mezcla de valentía y vulnerabilidad que lo llevaba allí.
Sin embargo, nada pudo prepararlo para la respuesta que recibiría. Tras cruzar palabras con Oblitas, lo inesperado ocurrió: “Fue la primera vez en mi vida que salgo llorando de mi casa”, confiesa Baldessari. Su hermano del fútbol le había dado un portazo: «No tengo presupuesto para ese tipo de cosas”. Metafóricamente, fue como marcar un autogol en su corazón.
Impacto en el Alma “Cervecera”
Baldessari, quien se vistió de celeste y brillo sobre el césped peruano con una zaga memorable de títulos, sabe lo que es llevar el peso de la camiseta con orgullo. Fue parte vital del título de 1991, llenando de estrellas el firmamento de Cristal y de alegría a su hinchada.

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Pero a pesar del romance futbolístico, aquí radica el punto doloroso; como en un partido de ida y vuelta, la Pepa aún anhela ese pase gol para regresar a su campo de sueños y sembrar las semillas de su experiencia en las venideras generaciones «cerveceras». El fútbol, con sus pasajes de euforia y desilusión, es como la vida misma, llena de vueltas inesperadas y conexiones inquebrantables.
La historia de Baldessari es la de muchos: un ciclo que, aunque truncado, sigue aguardando que el pitazo final dé una nueva oportunidad.
