La afición de los Pumas ha elevado la voz con un rotundo «¡No en mi casa!» para expresar su descontento ante la posibilidad de que Cruz Azul utilice el Estadio Olímpico Universitario como su hogar temporal, en tanto que el Estadio Azteca recibe el baño de pintura y reajustes de lujo rumbo al Mundial 2026.
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El dilema de Cruz Azul
El equipo celeste, cual hijo pródigo en busca de cobijo, experimentó una temporada en el Estadio Ciudad de los Deportes, pero el recinto no logró ganar su amor. Ahora han puesto sus ojos en el Olímpico Universitario, viendo en esta cancha su posible oasis en el desierto de la incertidumbre. Por su parte, los felinos de la UNAM han dejado claro que CU no es posada y menos cuando la renta podría costarles parte de su legado.
El valor cultural en la balanza
Arropados en el manto de la UNESCO, los seguidores de Pumas argumentan con fiereza que no se debe comprometer un recinto que es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Aquí no solo corre la pasión por el fútbol, sino también el orgullo de una institución que debe proteger sus intereses. La afición auriazul sostiene que los ingresos entrantes no serían suficientes para justificar perder momentáneamente el sagrado terreno universitario.
Voces que resuenan como cánticos
Con llamativos gritos de batalla, la afición verde y dorada señala que esta situación dispara alarmas entre la comunidad, pues, “intereses ajenos y económicos ponen en riesgo la integridad y la seguridad de nuestra gente”, lanzando fuertes dianas contra la posible llegada de «la maquinaria cementera». No es apenas un estadio, es la casa de los estudiantes del pueblo de México, enfatizan.
Remembranzas y alertas
Entre el clamor y resplandores de nostalgia, los fervorosos del fútbol universitario traen a la memoria el año 2001, cuando con una voz unida entonaron «¡NO!», impidiendo al América usar su amado Olímpico. En su reciente petición, sentencian: “¡NO hay beneficio para la UNAM ni sus estudiantes! Solo hay ganancia para unos cuantos. Este estadio es nuestro y aquí aprendimos a rugir como Pumas”.
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En este enfrentamiento de pasiones, el balón queda en el aire, a la espera de un desenlace que honre a los campos de fútbol y a la cuna de generaciones mexicanas sedientas de gloria tanto académica como deportiva. ¿Será que la magia del Olímpico permanecerá intacta? Solo el tiempo y las decisiones dirán.