Monterrey hizo vibrar el estadio al llevarse una victoria agónica por 1-0 frente a Pumas, gracias a un penal que desató la polémica en un partido marcado por errores a raudales que, aunque a primera vista parecían menores, tuvieron un impacto significativo en el desenlace del encuentro.
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El penal que decidió el destino del duelo
El reloj marcaba el minuto 90 cuando la tensión alcanzó su cúspide. Johan Rojas se lanzó de manera peligrosa hacia el área de Pumas, mientras que Bennevendo, ansioso por frenar su carrera, intentó derribarlo. Sin embargo, su caída se tornó en un autogol al cometer una mano que el árbitro, sin titubear, sancionó como penal. Un momento que dejó a más de uno rascándose la cabeza en incredulidad. Con una frialdad pasmosa, Sergio Canales tomó la responsabilidad y, con un disparo implacable, superó al guardameta Julio González, sellando así el 1-0.
Pumas, acorralados aunque no rendidos
Tras el tanto, los Auriazules intentaron reaccionar como un tigre que acaba de ser pinchado, pero su ataque fue como león enjaulado: sin efectividad. Si bien el espíritu combativo se encendió, la realidad es que se encontraron atrapados en su propio campo, pagando así el precio de un desempeño que no fue más que una sombra en el césped.
Errores que marcan la historia
El partido entre Rayados y Pumas estuvo impregnado de deslices y caídas en donde el destino de ambos equipos pendía de un hilo. A lo largo del primer tiempo, el equipo de Gustavo Lema naufragó en un mar de equivocaciones. Una jugada que casi da frutos llegó en el minuto 30, cuando Ruvalcaba tuvo en sus pies la oportunidad dorada, luego de un avance prometedor encabezado por el Chino Huerta. Sin embargo, su disparo se estrelló contra Luis Cárdenas, quien mantuvo con valentía la portería en cero. El balón quedó suelto en el área, y al intentar rematar, un jugador de Pumas mandó un disparo a las gradas, como si las porterías fueran una ilusión.
Monterrey también sucumbió ante la presión
No solo Pumas erró, Monterrey tuvo sus propios fantasmas. Al minuto 44, Arteaga se encontró en una situación de ensueño con un centro perfecto que lo dejó solo para rematar con la cabeza. En un giro del destino, Julio González, quien tuvo un mal día en la oficina, se quedó inmóvil cuando debió ir por el balón, lo que permitió a Arteaga saltar con fuerza. Pero con tan mala puntería como un arquero sin manos, el balón terminó pasando por encima del arco.
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Estos fallos pesaron como plomo en el juego, y aunque ya se selló el destino del partido, se abre un panorama emocionante para el próximo 1 de diciembre en el estadio Olímpico Universitario, donde la revancha entre estos colosos del fútbol mexicano se vuelve inevitable. La afición espera un duelo digno de recordar, mientras las emociones al borde del campo se intensifican, calentando el ambiente para lo que está por venir.