El enfrentamiento entre Querétaro y Atlético de San Luis, conocido como el Clásico de la 57, encierra una rivalidad que hierve de pasión y emociones fuertes, siendo considerado uno de los duelos más intensos en el panorama del fútbol mexicano. Este encuentro, que a simple vista parece otro partido más de la Liga MX, esconde una rica historia de rivalidad que, aunque no alcanza la fama de un América vs Pumas, tiene su propio encanto y tradición en el balompié azteca.
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Una carretera, dos estadios y una pasión
Esta contienda se celebra entre dos equipos que representan regiones cercanas del centro del país, separados por tan solo 184 kilómetros de distancia. Esta proximidad geográfica se transforma en una ventaja para ambas aficiones, que acuden en masa desde sus ciudades para teñir las gradas de colores y encender el ambiente con cánticos y ánimos bien sazonados. El nombre del clásico, Clásico de la 57, hace referencia a la carretera federal que conecta las ciudades de Querétaro y San Luis Potosí, y que cruza los estadios Alfonso Lastras y Corregidora como un puente de adrenalina entre ambos equipos.
Los antecedentes de una rivalidad candente
La historia de este enfrentamiento se remonta a la década de los 50, cuando ambos conjuntos comenzaron a escribir las primeras páginas de rivalidad en el fútbol mexicano. Fue en la temporada 1957-58, en la Segunda División, donde se vieron las caras por primera vez, inaugurando una serie de encuentros que elevaron el tono competitivo entre ellos a niveles volcánicos.
Estos equipos han cruzado caminos en casi todas las categorías del fútbol mexicano, desde el Ascenso, la Primera y la Tercera División, hasta en torneos como la Copa MX y la Copa Presidente. El apogeo de su enemistad se vivió entre 2001 y 2005, cuando ambos militaban en la entonces denominada Primera A, luchando por puestos de liguilla y tocando la puerta del máximo circuito. Momentos como el altercado a golpes en el Apertura 2004, donde se vaciaron las bancas, son recordados con intensidad.
Un duelo de alto riesgo
La pasión a veces se ha desbordado fuera de las canchas. En el Apertura 2019 durante la Jornada 14 en el Estadio Alfonso Lastras, las aficiones de ambos equipos llevaron su rivalidad a un nivel lamentable, en el cual las gradas se convirtieron en el escenario de enfrentamientos que luego se trasladaron al terreno de juego. Escenas similares a las del Clausura 2022 volvieron a despertar el debate sobre la seguridad en los estadios.
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Situaciones como la falta de elementos adecuados de seguridad y una logística poco eficiente han contribuido a que este partido sea considerado de alto riesgo en el contexto del fútbol mexicano. La intensidad, tanto dentro como fuera de la cancha, ha hecho que el Clásico de la 57 se convierta en una cita imperdible para los amantes del fútbol que buscan emoción a raudales.
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