En un vibrante duelo entre Pumas y Monterrey, que terminó con un polémico 1-3 a favor de los Rayados, la figura de Sergio Ramos se convierte en el centro de la controversia. El exjugador del Real Madrid estuvo en el ojo del huracán, no solo por su actuación en el campo, sino también por las duras palabras del técnico de los universitarios, Efraín Juárez, quien no se guardó nada.
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En la conferencia de prensa posterior al partido, Efraín Juárez desató su furia hacia Ramos, cuestionando no solo su comportamiento, sino también la decisión arbitral. El estratega de los Pumas dejó claro que la influencia del español en la cancha no debió haber interferido con el desempeño del árbitro, quien, según Juárez, debió haber mostrado la tarjeta roja a Ramos desde el minuto 20 de la primera parte.
“Debemos proteger nuestro fútbol mexicano. Cuando un jugador de esta magnitud, como el central de ellos, comete faltas, tiene que ser un ejemplo. Si esto lo hiciera un mexicano, probablemente se iría a casa en el minuto 20, y no hasta el 90. Es indignante”, expresó el director técnico con la vehemencia de un hombre que defiende su trinchera.
Además, Juárez no se detuvo ahí, y enfatizó que las acciones de Ramos no solo fueron un acto de falta de respeto hacia los Pumas, sino hacia el fútbol mexicano en general. «Primero, el respeto debe ser mutuo, pero también hay que cuidar nuestro balompié. Viene mucha gente del extranjero, y hay quienes están en el fútbol para hacer el espectáculo, pero estas cosas no van. Le mete un codo a un niño que un día antes había dicho que era su ídolo, ¡eso no se puede tolerar!”, añadió, mostrando un claro descontento por la actitud del defensor español.
Efraín Juárez, con un fervor que resonó en la sala, concluyó su reflexión argumentando que el comportamiento de un jugador de la talla de Ramos debería estar a la altura de su prestigio. “Defiendo a mi país y a nuestra liga, y simplemente no podemos permitir actitudes que a la larga atentan contra lo que somos como fútbol mexicano”, sentenció.
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Este episodio no solo marca una nueva polémica en la Liga MX, sino que pone en la balanza el tema de la equidad y el respeto en el fútbol, un deporte en el que las pasiones se desbordan y donde cada jugada puede cambiar el rumbo del partido y, por qué no, la historia.
