La semifinal entre Cruz Azul y América estuvo marcada por la controversia arbitral que, una vez más, se robó el foco de atención. Las Águilas se alzaron con la victoria gracias a un penal que les aseguró un lugar en la gran Final. Sin embargo, una decisión en el área de los Azulcrema generó un mar de discusiones: una posible pena máxima a favor del Cruz Azul que nunca se señaló.
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Un momento decisivo en el área
La Máquina, empujada por la necesidad de marcar el gol del empate que les hubiera dado el pase a la Final, inundó el área del América con centros desde todos los ángulos. En uno de estos momentos críticos, Gabriel Fernández cayó dentro del área tras un contacto con Néstor Araujo, pero el árbitro, Adonai Escobedo, decidió que no había infracción, dejando que el juego continuara sin detenerse.
Un contacto que levanta chispas
Araujo, en su intento defensivo por alejar el balón, se elevó como si estuviera alcanzando las nubes, pero en el camino, hubo un contacto con la espalda de ‘El Toro’ Fernández. Para agregar leña al fuego, en su descenso, el zapato de Araujo rozó el rostro del delantero cementero. A pesar de que Fernández permaneció en el suelo por un minuto, Escobedo optó por no detener el partido. Un valiente compañero tuvo que ir a levantarlo, como un amigo que ayuda al caído en plena batalla.
¿Por qué no revisar el VAR?
En situaciones así, el protocolo indica una revisión silenciosa del VAR. Sin embargo, Escobedo, en complicidad con el silbante del VAR, Oscar Mejía, no consideraron pertinente revisar el monitor. Tal decisión dejó un sabor amargo en los fanáticos celestes que soñaban con que se pitara la pena máxima que podría haber cambiado el destino del partido.
La polémica continúa
El arbitraje, una vez más, estuvo en el centro de la escena, generando tanto críticas como debates. Este encuentro entre dos gigantes del fútbol mexicano dejó mucho que hablar, y no todo fue sobre el balón rodando. La pasión por el juego sigue, con la esperanza de que el arbitraje esté a la altura de la emoción en futuras ocasiones. Como dirían en la cancha, el drama está en el ADN del fútbol mexicano.
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