El Estadio Akron se convirtió en un auténtico hervidero durante el duelo entre Chivas y Tigres en la Jornada 3 del Clausura 2025 de la Liga MX. La controversia se desató con una acción en la que Fernando Gorriarán interceptó el balón con la mano, desatando la ira del lado rojiblanco. Bajo la dirección de Óscar García, el Rebaño busca afianzar su proyecto con los nuevos fichajes, mientras que el equipo regiomontano de Veljko Paunovic llegó con el viento a su favor tras ganar en su debut.
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Arranque de la estampida rojiblanca
En los primeros compases del encuentro, Chivas no perdió el tiempo. Apenas al minuto 4, Teun Wilke aprovechó un error de Guido Pizarro, enviando el balón a las redes con un potente disparo para poner el 1-0. Este gol fue la chispa que encendió a los tapatíos, quienes mantuvieron el dominio del esférico con la tenacidad de un toro en busca de su objetivo.
Un centelleante Cade Cowell fue un constante quebradero de cabeza para la defensa rival por la banda izquierda, aunque la falta de puntería le cobró factura. Al filo del descanso, al minuto 43, Cowell tuvo un duelo mano a mano con Nahuel Guzmán, pero su disparo careció de la potencia necesaria, permitiendo al arquero argentino atrapar el balón con facilidad.
Resiliencia de los Tigres antes del descanso
Justo cuando Chivas parecía llevarse una ventaja al vestuario, Diego Lainez demostró su calidad. En tiempo de compensación, 45+2, se lució con un pase quirúrgico hacia Juan Brunetta, quien no dudó y definió con frialdad entre las piernas del guardameta Tala Rangel. El rugido del público rojiblanco fue silenciado, momentáneamente, por el arte del jugador felino.
La jugada del escándalo: ¿Penal no señalado?
El segundo tiempo comenzó con ambos equipos buscando con ahínco la ventaja. La polémica se subió al escenario al minuto 53. Un centro peligroso fue desviado por Fernando Gorriarán dentro del área con el brazo tras un rebote impredecible, provocando que los jugadores y aficionados de Chivas ardieran en protestas en busca de un penal que no llegó.
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El árbitro central, tras consultar con el VAR, mantuvo su decisión de no sancionar la mano, bajo el argumento de que el contacto no era intencional debido al rebote previo. La decisión fue como gasolina en las redes sociales, donde se multiplicaron las críticas. Incluso el exárbitro Paul Delgadillo expresó que, aunque era evidente el contacto, las reglas actuales no permitían sancionar esa mano.
A medida que el partido avanzaba, las chispas de emoción continuaron salpicando un encuentro de alta intensidad, reforzando la otra cara del fútbol: la pasión que se vive en los corazones de sus fans, siempre latente, siempre vibrante.
