Cuauhtémoc Blanco, ídolo indiscutible del América, compartió una reveladora anécdota en el podcast de Shaggy Martínez sobre el inesperado premio que Emilio Azcárraga, dueño del club, les otorgó tras coronarse campeones en 2005. La victoria frente a los Tecos de la Universidad de Guadalajara se celebró a lo grande, pero la historia detrás del reconocimiento es aún más fascinante.

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Durante la charla, el “Cuau” rememoró un momento tras la Final de Ida, donde su equipo había enfrentado una dura derrota. Algunos compañeros lo impulsaron a acercarse a Azcárraga para solicitar premios adicionales, pero lo que escuchó del presidente fue como un balde de agua fría.
“Con el dinerito que les pago y el resultado del partido que acaban de jugar, ¿premios extra? Ni de broma”, fue la respuesta del magnate. Regresó al vestuario con la sensación de haber sido “un perro pateado”, contándole a Germán Villa y Duilio Davino la reprimenda que había recibido. Sin embargo, su espíritu combativo lo llevó a comprometerse: “Le dije a Azcárraga: ‘Yo le voy a entregar este campeonato’”.
### Al final, la gloria llegó
A pesar de las adversidades, el América se levantó como un verdadero ave fénix en el duelo de vuelta, aplastando a los Tecos y llevándose el título de la Liga MX. En la celebración en el vestidor, Blanco no perdió la oportunidad de recordarle a Azcárraga su petición. En un ambiente cargado de euforia y con sidra volando por los aires, el dueño del club se subió a la mesa y proclamó: “¡Coche para todos, cabrones!”. El estruendo de la celebración fue como un canto de gratitud por el triunfo.

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### Un regalo inesperado
Finalmente, el acuerdo no se concretó en un brillante Mercedes, como se rumoraba, sino en un Audi para cada jugador del equipo, que es un lujo digno de campeones. La hazaña de aquel equipo quedó grabada en la memoria de todos los aficionados, y hoy en día, el América vuelve a soñar con la gloria, pues si logran el tricampeonato, se espera que Azcárraga tenga sorpresas bajo la manga.
El espíritu de lucha y camaradería del equipo sigue vivo, recordándonos que en el fútbol, como en la vida, cada derrota puede ser la semilla de una gran victoria. ¡Viva el fútbol!
