Hoy, 9 de agosto de 2025, se conmemoran cinco años desde uno de los momentos más desgarradores para el Valencia CF. En un giro inesperado y carente de beneficios económicos, el club tomó la decisión de transferir a Dani Parejo, baluarte y alma del equipo, junto a Francis Coquelin, elemento vital en el mediocampo, al Villarreal CF. Aquella operación, llevada a cabo en pleno ajetreo del mercado de verano y sin fichajes de categoría, se convirtió en el preludio de un descenso que parece no tener fin.
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De la gloria a la incertidumbre
La gestión bajo el mando de Peter Lim se vio sumida en una controversia desmedida. Sin una brújula deportiva tras la salida de Mateu Alemany y Marcelino García Toral, el Valencia perdió su norte. El proyecto que había guiado al club hacia la conquista de la Copa del Rey en 2019 y dos clasificaciones consecutivas a la Champions League se desmoronó, como un castillo de naipes al viento, sin un plan coherente para mantenerse en pie.
Del sueño europeo al temor del descenso
En un abrir y cerrar de ojos, el Valencia pasó de competir en la élite europea a rozar la peligrosa zona de descenso. Las promesas de reinvertir los ingresos de las ventas quedaron en el olvido, y la plantilla sufrió una erosión paulatina de su calidad y experiencia. Mestalla, que solía ser un templo de noches mágicas, se transformó en un foro de protestas y pancartas clamando contra Meriton Holdings.
Un lustro de sombras y esperanza
Cinco años después, la búsqueda de la identidad perdida sigue su curso en el Valencia CF. La cantera ofrece cierto alivio con la irrupción de jóvenes talentosos, pero la falta de un proyecto sólido y una inversión acorde a la rica historia del club sigue impidiendo cualquier intento de resurgimiento. La partida de Parejo y Coquelin simbolizó mucho más que una simple transacción: marcó la ruptura de un modelo en funcionamiento y el inicio de una era de incertidumbre bajo la batuta de Peter Lim.
Hoy, la afición del Valencia continúa albergando la esperanza de retornar a los tiempos de gloria, pero con la certeza de que el tiempo perdido no encontrará camino de regreso. La herida sigue abierta, y el anhelo de retomar la senda del éxito persiste con la tenacidad que caracteriza a los seguidores blanquinegros.
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