El Sevilla sufre una nueva derrota en Balaídos ante un Celta que, cual titán en lucha épica, resistió con un hombre menos hasta el final. La llegada de Joaquín Caparrós no ha sido el bálsamo esperado, y la situación sigue siendo crítica: el equipo se encuentra a seis puntos y dos posiciones del descenso, con solo tres jornadas restantes en LaLiga EA Sports.

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Tensión entre la afición
La frustración se apoderó de la afición. El sábado por la noche, un grupo de aproximadamente 500 seguidores, cual torbellino de emociones, se agruparon en la ciudad deportiva del Sevilla a las 21:30h. En su ímpetu, derribaron la reja de acceso e ingresaron al recinto.
El autobús en el ojo del huracán
El autobús del equipo fue blanco de una lluvia de objetos e insultos, con cánticos que resonaban como ecos de rabia: «directiva, dimisión», «Junior muérete», y «súbeme el carnet».
Intervención policial eficaz
La policía, al quite, escoltó al equipo desde el aeropuerto con ocho furgones. Su actuación fue rápida y decisiva, logrando calmar las aguas mientras la tensión amenazaba con desbordarse. Debido a la situación, el equipo pasará la noche en la residencia de la ciudad deportiva, cual náufragos en busca de refugio seguro.
Preparación para el siguiente desafío
Tras una noche de reflexión en la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios, los jugadores realizarán un entrenamiento de recuperación el domingo por la mañana. El martes les espera un duelo crucial frente a Las Palmas en el Sánchez Pizjuán, que se anticipa como una caldera de fervor e intensidad. Una victoria podría ser la tabla de salvación para el equipo, aliviando las aguas turbulentas de este mar de incertidumbre.

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Episodios de tensión previos
No es la primera vez que el sevillismo vive momentos de tensión. Después de una derrota ante Osasuna en Pamplona, otro grupo de aficionados esperó al equipo en el aeropuerto, lanzando billetes caricaturizados al presidente José María del Nido Carrasco, señal de que la paciencia de la afición está al filo de la navaja.
