Sergio Conceiçao está a punto de emprender una emocionante travesía como nuevo entrenador del AC Milan. El técnico portugués se dispone a dar un giro radical en el destino del conjunto rossoneri este viernes a las 20:00 horas, cuando debutará frente a la Juventus en la Supercoppa de Italia, en el deslumbrante escenario de Riad. El camino comienza con un reto de altura, pues se enfrenta a un equipo que esconde un «peligro muy familiar…»
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La revolución liderada por Conceiçao
Conceiçao asume el mando para encabezar la esperada revolución en el Milan, tras la breve era de Paulo Fonseca. La llegada del portugués ha renovado la esperanza de la afición antes incluso de que pise el terreno de juego, prometiendo una disciplina férrea en un vestuario que, como un barco a la deriva, necesita recuperar el rumbo perdido en los meses recientes.
Una Juventus con espíritu aguerrido
El debut de Conceiçao será en el marco de la semifinal de la Supercoppa italiana frente a una Juventus que llega a Riad determinada a alzarse con el trofeo. Los bianconeri, adaptándose aún al enfoque táctico de Thiago Motta, representan un bloque compacto y sólido, con la capacidad de ser una verdadera roca en el camino del Milan. Además, cuentan con el impredecible Francisco Conceiçao, un atacante de cuidado que añade un componente personal al enfrentamiento, pues es nada menos que el hijo del técnico rossoneri.
Un duelo familiar en el terreno de juego
El joven extremo de la Juventus significa un peligro familiar para Sergio Conceiçao en el encuentro de este viernes. Francisco, quien ascendió en el Porto bajo el ala de su padre, ahora brilla en Turín, habiéndose ganado con creces la titularidad. Sergio, quien ha seguido de cerca la evolución de su hijo como futbolista, ahora encara su obra maestra, con Francisco listo para convertirse en piedra angular de sus aspiraciones en la Supercoppa.
Sin lazos familiares en el campo
Sergio Conceiçao habló con franqueza sobre la particularidad de enfrentarse a su hijo en esta crucial semifinal: «Desafío contra mi hijo… No estoy emocionado, mañana solo quiero vencerlo. Espero ser más feliz que él al final del juego», afirmó. Los lazos familiares quedan aparcados en esta ocasión, pues Conceiçao ha llegado a Milán con un objetivo claro: restaurar el orgullo del equipo con la mayor celeridad posible. En este sendero hacia la grandeza, su primer escollo es, paradójicamente, su propio hijo, una curiosa y emotiva coincidencia en la senda hacia la ansiada final de la Supercoppa de Italia.