La mágica noche en Son Moix: récord de asistencia y polémica arbitral
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El estadio de Son Moix vivió una jornada histórica el sábado, cuando el Real Mallorca enfrentó al Barcelona en un duelo que quedará grabado, no por el resultado, sino por la espectacular concurrencia. Un mar de 23.318 fieles se reunió, estableciendo el récord de asistencia, aunque sin alcanzar el lleno total desde que la remodelación amplió la capacidad a 26.000 espectadores. A pesar de algunos asientos vacíos, sobre todo en las zonas VIP, el ambiente vibrante prometía un futuro aún más repleto de emociones.
Un debut amargo empañado por la polémica
La jornada, que se presentaba como una fiesta de inicio de liga, se tornó amarga debido a un arbitraje que desató la ira de la afición y del conjunto mallorquín. José Luis Munuera Montero tuvo una actuación que dejó al equipo de Jagoba Arrasate con solo nueve jugadores al llegar al descanso, dos goles en contra y una nube de controversias sobrevolando el campo.
El infortunio y la polémica se alían con el Barcelona
Apenas transcurridos siete minutos, Raphinha abrió el marcador con un gol que puso el viento a favor de los culés. Sin embargo, el auténtico terremoto llegó al minuto 23. Ferran Torres sentenció un segundo gol polémico tras un disparo de Lamine Yamal que rebotó en la cabeza de Raíllo, quien cayó ante los ojos del árbitro. Con el silbato en la boca, Montero decidió no detener el juego, permitiendo que la jugada terminara con un nuevo tanto para los de Flick.
En un suspiro, la noche se convirtió en un carrusel de emociones desbordadas y decisiones incomprensibles. Si bien el Real Mallorca buscará pasar página, lo vivido en Son Moix servirá como un recordatorio eterno de que cada partido puede ser un nuevo cuento, a veces inolvidable, a veces amargo, pero siempre apasionante.
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