En medio de tiempos turbulentos en Ucrania, con el telón de fondo de un conflicto que no cesa, el Shakhtar Donetsk sigue adelante con su pasión por el fútbol. Serhiy Palkin, el director general del club ucraniano, manifestó con firmeza que varios clubes han tratado de sacar partido a su dificultosa situación, intentado negociar bajas drásticas en el precio de sus jugadores desde que comenzó la invasión rusa. Con una determinación feroz, Palkin dejó claro que el valor de sus estrellas no se desinfla como un globo, ejemplificando con la destacada venta de Mykhaylo Mudryk al Chelsea, por aproximadamente 100 millones de euros. Este trato, como un cañonazo de precisión, puso de manifiesto la fortaleza del club.
Una lucha a dos bandas: Arsenal y Chelsea
El Arsenal también entró en el juego, ofreciendo una suma significativa para fichar al joven talento, pero finalmente fue el Chelsea quien se llevó el gato al agua. La operación no solo reforzó la tesorería del Shakhtar, sino que también sirvió como un escaparate del poderío económico del club.
La sombra de la FIFA
La relación del Shakhtar con la FIFA se ha deteriorado por lo que Palkin describe como una «traición». La decisión de permitir que sus jugadores se fueran sin coste alguno ha dejado una herida honda en las arcas del club, un daño que pudo alcanzar millones de euros. Según Palkin, otros clubes recogieron los frutos de estos jugadores sin haber sudado la camiseta en su desarrollo, respaldados por la callada venia de la FIFA.
Entre el campo de juego y las deudas pendientes
No solo el césped le plantea retos al Shakhtar. Con deudas de fichajes que ascienden a 40 millones de euros al inicio del conflicto, la presión de los clubes acreedores llevó a la FIFA a intervenir, amenazando con revocar sus licencias para competiciones internacionales si no saldaban sus deudas. La política de doble rasero fue evidente, señala Palkin, cuestionando el trato desigual recibido.
Prioridades en medio del caos
Con la mirada fija en la seguridad de sus jugadores, el Shakhtar ha forjado nuevos estándares, como un escudo protector para quienes visten su camiseta. Los precarios búnkeres en el oeste de Ucrania se convierten en refugios necesarios, ya que la seguridad imperante precede al juego.
El club ha tenido que enfrentar adversidades inimaginables. Una cita reciente en Kryvyi Rih fue un recordatorio de la fragilidad de la situación; el hotel donde iban a hospedarse fue devastado por misiles rusos, cobrando la vida de cuatro personas inocentes. El mismo luto se posó sobre el hermano del arquero Dmytro Riznyk, un héroe caído en el campo de batalla.
La Liga de Campeones: una nueva epopeya
Mientras el Shakhtar afila sus garras para su participación en la Liga de Campeones, su escenario local ha cambiado al cercano Arena AufSchalke en Alemania, un país que ha abierto sus brazos a los ucranianos con un cálido espíritu de hermandad. Con el clamor de los refugiados ucranianos resonando en las gradas, la localidad alemana se ha convertido en un bastión de apoyo en esta épica cruzada.
Un llamado al mundo
«No podemos permitir que la guerra en Ucrania se desdibuje en la memoria de Europa», advierte Palkin, sosteniendo que el Shakhtar está decidido a levantar la voz con la fortaleza de un rugido, manteniendo viva la llama de la conciencia. En esta batalla no solo se juega el resultado de un partido, sino el destino de una nación. Si Europa deja de ver la guerra, nosotros la perderemos.
En tanto el Shakhtar lucha en el campo, su hazaña resuena como un poderoso tam-tam que mantiene el latido de Ucrania palpitando con fuerza en el corazón de Europa.
