Canal Plus me marcó siendo un crío, como a tantos otros. Muchas de mis mayores carcajadas y de las mejores sorpresas se las debo a Lo que el ojo no ve, aquel espacio en El Día Después que revelaba lo que ocurría lejos del balón en cada jornada de Liga. Un verdadero cajón de sastre donde las intrépidas cámaras captaban joyas mientras los demás estábamos pendientes del juego. Por eso, cada vez que acudo a un estadio, intento fijarme en los mínimos detalles para contar al lector aquello que no puede ver desde su salón.
Vallecas, en medio de la preocupación por la lesión de Marc Bernal, fue un capítulo más en un serial que empezó hace más de 20 años.
El Rayo Vallecano vs Barça: Un Vaivén de Emociones
Que el Rayo dio un meneo al Barça y luego este se lo devolvió con creces, lo ve cualquiera. El Barça dependía demasiado de Lamine, buscando esa chispa que abriera las defensas adversarias. Lo que quizá no se vio en televisión fueron gestos memorables: abonados luciendo la camiseta de James, gritos del público exigiendo la dimisión de Martín Presa, y la imagen tierna de Bojan haciéndose fotos con la chavalería, mientras Laporta sudaba y escuchaba súplicas para recuperar a Messi pronto.
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Los pormenores más pequeños e importantes se dieron en el campo, protagonizados por el Barça. Los quejidos de Lewandowski se han contagiado. Durante la primera mitad, el equipo se llenó de frustraciones y desprecios, parecía la continuidad de su sección de baloncesto, destacando por su rebote.
Hasta que los cambios pusieron orden, ganas y pegada, era el Barça de los ‘bracitos’. Los aspavientos de Flick eran más que comprensibles. Koundé, con gestos educados, le indicaba a Lamine cómo debía actuar, y Balde, generalmente calmado, mostró su frustración cuando su banda era ignorada.
Ter Stegen fue un ejemplo llamativo, señalando más para pedir explicaciones que para detener tiros. Íñigo Martínez reclamaba la aparición de un mediocentro y le pedía a Cubarsí que cubriera su espalda. Y Lewandowski demandaba el balón envuelto en papel de regalo, como Lionel hacía con Jeffren o Tello.
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Lo más sorprendente fue ver a Lamine mostrar su enojo, especialmente con Rapinha, desesperado por sus interminables conducciones sin levantar la cabeza. Lamine lo hizo saber de manera desproporcionada. Alguien debería corregirle; si hay que elegir un modelo a seguir, deberían mostrarle vídeos de Iniesta.
Rebeldía y Redención
Aun así, los brazos empoderados del Barça con el gol anulado a Lewy fueron significativos. Ferran, destituido, y Fermín, sin vacaciones pese a su papel testimonial, mostraron su frustración. Pero Olmo, el debutante, levantó la mano para pedir el balón y llevar al equipo como un genio. Su golazo sentenció el encuentro.
El Barça ha conseguido recuperar el pulso, aunque necesita mejoras. Con sufrimiento y levantando los brazos, el equipo tiene potencial para pelear por todo. Al final, el culé debería poder celebrar pronto con el puño cerrado. Hay ganas y capacidad.
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