El Mirandés prolongó la llama de su sueño de ascenso el sábado con una victoria épica por 2-1 sobre el Racing de Santander, un rival directo en la pugna por subir de categoría. Fue un triunfo labrado con sudor y goles, en una segunda mitad donde los rojillos fueron un vendaval que arrasó con las esperanzas cántabras tras el descanso.

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Inicio incierto, destellos de peligro
Desde el pitido inicial, el Mirandés llevó la batuta. Iker Benito, cual relámpago por la banda izquierda, infundió terror en las filas del Racing, apoyado por un libre directo endemoniado de Urko Izeta que apenas lamió el palo. No obstante, fue el Racing quien golpeó primero. En un contragolpe letal, Andrés Martín arrebató el balón en el centro del campo y, con la precisión de un cirujano, habilitó a Mario, quien con un toque sutil superó a Raúl Fernández para abrir el marcador.
Crece la frustración en Anduva
El Mirandés, lejos de achicarse, lo intentó con fervor, merodeando el área rival como un tiburón en aguas revueltas. Tomeo logró un remate certero que silenció brevemente a Anduva al ser anulado por fuera de juego, para desesperación de la parroquia local. Como si fuera poco, una amarilla vio Tomeo, condenándose a perderse el crucial enfrentamiento contra el Albacete. La lluvia añadía un componente caótico al juego, acelerando el balón sobre un césped más parecido a una pista de hielo.
Lucha sin cuartel antes del descanso
El Racing, sabedor de tener la ventaja mínima, apretaba con insistencia buscando doblar su ventaja. Fue entonces cuando Raúl Fernández dejó una doble parada para enmarcar, manteniendo a los suyos en la pelea.
Remontada heroica
La reanudación dio paso a un Mirandés en modo asedio. Buscando el empate desde el silbato, chocaron una y otra vez con Ezkieta, guardián infranqueable hasta que Urko Izeta rompió el hielo. Con un cabezazo de otra galaxia, Izeta igualó el marcador tras un centro medido de Juan Gutiérrez. Anduva estalló en júbilo, mientras el Racing titubeaba.

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La ventaja decisiva
La marea rojilla parecía inagotable. Un error de la defensa del Racing propició que Panichelli se hiciera con el esférico en el área, aunque sin ángulo para definir. Después, un cabezazo de Tomeo que ya se cantaba como gol fue denegado por un Ezkieta felino. Las llegadas eran incesantes, comandadas por Rincón y Gorrotxategi.
Sin embargo, fue a la salida de un córner donde el desenlace se consumó. En una jugada embarullada, el balón quedó suelto y, entre el caos, Manu Hernando, desafortunado, lo introdujo en su propio arco, haciendo el 2-1. Anduva era el epicentro de un terremoto de celebración.
Resistencia final
El Racing buscó a la desesperada el empate en los últimos compases, pero el Mirandés defendió con uñas y dientes, sabiendo sufrir, y consumó una victoria que les deja muy vivos en la lucha por el ascenso.
