En Montilivi, el Girona sufrió una dura derrota que azota como un viento frío de invierno. Un solitario gol de Carlos Vicente fue suficiente para que el equipo local se fuera de vacío, dejando al Girona encadenando una racha de ocho jornadas sin victoria (tres empates y cinco derrotas). La primera mitad fue como un lienzo en blanco, sin trazos de intensidad, y aunque el equipo mostró signos de vida al inicio de la segunda parte, un golpe inesperado los dejó sin capacidad de al menos arañar un empate.
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Míchel, un técnico abatido pero resiliente
Tras el pitido final, Míchel se mostró visiblemente afectado por la delicada situación que vive su equipo. Como un capitán que desafía la tormenta, el entrenador subrayó en la sala de prensa: «Todo el mundo tiene que abrir los ojos y ver que ahora, sí que sí, el equipo está abajo en la clasificación.» Recordó momentos difíciles pasados en el equipo en Segunda, pintando un cuadro de resiliencia que no desea repetir aunque reconozca el reto actual: “Es un momento difícil para mí y para todos”.
Un llamamiento a la unión y compromiso
A pesar de las nubes grises, Míchel confía en la fuerza y el compromiso de su plantilla: «He entrado al vestuario y les he dicho a los jugadores que tenemos que asumir la situación. Tenemos que reconocer los problemas y errores que hacemos y mirar hacía donde vamos.» Más que nunca, busca un equipo sin brazos caídos, que mantenga la actitud aunque el horizonte esté nublado.
La identidad y agresividad: ingredientes esenciales
El técnico tiene claro que la identidad del equipo no debe perderse, aunque siente que falta mordiente en las fases decisivas: “Queremos dominar, tener el balón, estar en zona tres… Pero nos falta agresividad. El fútbol son duelos y mentalidad”. La suerte, como en una noche sin luna, parece esquiva, pero Míchel insiste en que la determinación y agresividad son las armas que deben afilarse.
Apoyo de la afición, un factor clave
Con la afición en mente, Míchel emitió un mensaje cargado de esperanza: «Los necesitamos mucho, y ellos ya lo saben. Es un reto difícil, pero está en nuestras manos”. Sus palabras son un ancla para el equipo y un deseo de unión con la hinchada, un elemento vital en la travesía difícil que enfrentan.
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En su declaración final, el técnico dejó claro su compromiso inquebrantable: «Voy a pelear por este proyecto hasta el final. Yo quiero estar aquí y quiero que todo el mundo luche conmigo. Es lo que les he dicho a los jugadores y es lo que siento”. Míchel es un guerrero en el campo de batalla que, con pasión y fuerza, está dispuesto a luchar hasta el último minuto.
