El Stuttgart se hizo notar por las calles de Madrid en la noche de la Champions League. Más de 20.000 aficionados alemanes viajaron para apoyar a su equipo, que volvía a la máxima competición europea después de 14 años. Sin embargo, solo 3.800 pudieron disfrutar del partido en las gradas del Santiago Bernabéu, todos ellos ubicados en el Fondo Norte. Entre los presentes destacaba un espectador ilustre: Sami Khedira, exjugador del Real Madrid y del Stuttgart, quien presenció el encuentro desde el palco.
Sami Khedira: De Chamartín a comentarista
Khedira, ahora comentarista, aterrizó en Chamartín directamente desde el club rojiblanco. Tras formarse en las categorías inferiores y brillar como pivote en el primer equipo del Stuttgart, fue fichado por el Real Madrid en 2010, donde permaneció cinco temporadas. En su etapa como madridista conquistó una Champions League, una Liga, dos Copas del Rey, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes.
Seguridad reforzada ante un evento de «alto riesgo»
La Comisión Antiviolencia declaro el partido de «alto riesgo», lo que motivó la redoblada presencia policial en el Bernabéu y sus alrededores. Más de 1.700 agentes, incluyendo Policía Nacional, Policía Municipal, Agentes de Movilidad, Samur-Protección Civil, Bomberos, Cruz Roja, y el personal de seguridad del club se desplegaron para garantizar la seguridad de todos los asistentes.
Protocolo especial por la multitud alemana
Un protocolo especial fue implementado para gestionar el acceso de los aficionados visitantes. Ante precedentes de largas colas y retrasos en otros encuentros, se decidió abrir las puertas del estadio dos horas antes del inicio del partido. A pesar de la medida, los fans alemanes tuvieron que superar hasta tres anillos de seguridad, con minuciosos cacheos e inspección de bolsos. Algunos esperaron más de una hora para ingresar, lo que generó pequeños momentos de tensión y confrontaciones con aficionados eufóricos por el alcohol.
Un ambiente electrizante en el Bernabéu
El ambiente en el estadio era tan cargado de emociones como un derbi clásico, con la afición alemana haciéndose escuchar, mientras los madridistas respondían con sus propios cánticos. Las jugadas en el campo amplificaban la adrenalina, con cada pase y tiro encapsulando la magia del fútbol europeo. Un triángulo amoroso entre el balón, los jugadores y la afición que solo la Champions League puede ofrecer.
Con la historia, la pasión y la seguridad necesaria, el empate entre Stuttgart y Real Madrid resultó en una noche inolvidable en Chamartín. ¡La Champions está de vuelta y con ella, el corazón del fútbol!
