Sergio Pellicer no se mordió la lengua tras la ajustada derrota en Huesca. El técnico del equipo blanquiazul expresó su descontento por esa última jugada que decidió el encuentro: «Viene de una falta muy clara a Rafa», declaró con vehemencia. Además, hizo hincapié en que su equipo debe mejorar en «experiencia» para evitar que estos tropiezos se repitan cuando el partido está a punto de concluir. Ahora, el objetivo es «gestionar esta rabia» y transformarla en energía positiva para enfrentar al Cádiz en casa.

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Derrota in extremis
La frustración se palpaba en el ambiente. «Mucha rabia», confesó Pellicer. Fue un partido muy igualado, disputado como un duelo de titanes en un campo de batalla. Ellos presionaron intensamente desde el principio, pero a pesar de las dificultades, el equipo logró buenas transiciones. Pellicer notó una mejora significativa con la entrada de Darko, pero el control del juego fue esquivo. Justo cuando parecía que el 0-1 estaba al caer, el partido dio un giro inesperado, como una tarde tormentosa tras un día soleado. «Es una maldición», exclamó, destacando que la juventud del equipo a veces juega en su contra. «A otros no les ocurriría».
Guion del partido
Pellicer había previsto un rival intenso en presión, atento a cualquier desliz para declinar la balanza a favor de su campo. Sin embargo, su equipo estuvo a la altura, defendiendo con uñas y dientes. Fue un partido igualado hasta la médula. «Es difícil puntuar en este estadio», admitió, pero reconoció que la experiencia adquirida debe servir como peldaño para mirar hacia arriba.
Cambios en la segunda parte
En la primera mitad, la estrategia fue buscar profundidad con Joaquín. Sin embargo, en el segundo tiempo, aunque hubo destellos de brillantez por la izquierda, faltó contundencia. Pellicer mostró satisfacción con el rendimiento general, pero insistió en la necesidad de afinar en experiencia y controlar pequeños detalles que pueden marcar la diferencia. Saber cómo gestionar esa última jugada es crucial.
Estado anímico de la plantilla
El vestuario pasó por diez minutos de lamento, como un barco a la deriva en una tormenta, antes de recomponer ánimos. Ahora, la misión es canalizar esa rabia como un motor incansable para enfrentar al Cádiz. Aunque el partido no fue brillante, Pellicer elogió el apoyo incondicional de la afición, subrayando que el fútbol siempre brinda otra oportunidad para levantarse.

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Maldición de El Alcoraz
Pellicer reconoció que las estadísticas no mienten y que batallar hasta el último minuto es vital. «Tenemos que ajustar ese control del juego y tener esa paciencia y experiencia para manejar los partidos». Hubo momentos en los que pagaron la falta de veteranía, pero no pierden la fe en seguir luchando y creciendo paso a paso.
