¡Con suspense, pero finalmente el Girona rompe su racha de cuatro derrotas al hilo! En un partido lleno de altibajos, los pupilos de Míchel lograron recuperar la senda del triunfo aunque no sin un buen susto. El duelo contra la UD Las Palmas fue una montaña rusa de emociones, donde los catalanes brillaron en el primer tiempo pero casi se les escapa el triunfo en los minutos finales.
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Un comienzo prometedor
La atmósfera ya se antojaba prometedora cuando Abel Ruiz, con la urgencia de un náufrago por un salvavidas, se plantó solo ante Cillessen. No falló en el mano a mano tras una catastrófica defensa isleña que intentó, sin éxito, dejarlo en fuera de juego. La impecable asistencia de Yangel Herrera fue el preludio perfecto para un Girona que dominó el primer acto con la autoridad de un rey en su reino.
Pero si el marcador solo mostró un 1-0 al descanso, fue por la falta de mordiente en los últimos minutos de la primera parte y, más crucialmente, por el penalti desperdiciado por el propio Abel Ruiz. El venezolano Yangel Herrera volvió a ser protagonista cuando, tras recibir un codazo de McKenna, el VAR otorgó una pena máxima que Abel no pudo convertir.
Las dos caras de Abel
Pese al gol y al dominio, el Girona se marchó al descanso con una ventaja mínima, insuficiente para todo lo que había demostrado en el campo. Bryan Gil fue un verdadero puñal en la banda, creando oportunidades junto a Abel, quien tuvo más ocasiones para ampliar la ventaja. Todo por un botón, pero solo un botón en el bolsillo del Girona al descanso.
Las Palmas resurge en la segunda parte
La reanudación fue el turno de UD Las Palmas para mostrar sus cartas. Con Moleiro como protagonista emergente, el cuadro isleño ofreció resistencia y equilibró la contienda, demostrando una solidez defensiva renacida. Sin embargo, carecieron de esa puntería vital para igualar el marcador. Mientras tanto, el Girona flaqueó y dejó que el rival ganara terreno, aguardando a que el reloj suene su melodía final.
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Una jugada enmarañada en el área acabó en los pies de Asprilla, quien no perdonó y sentenció con un disparo cruzado. El 2-0 debía ser la garantía de una victoria sin sobresaltos, pero en el fútbol, como en una novela policial, siempre hay giros inesperados. Cuando el partido parecía finiquitado, una jugada aislada permitió a Fabio Silva avivar las esperanzas de Las Palmas, y McBurnie tuvo el empate al alcance, en un final para morderse las uñas. ¡Qué sufrimiento!
La emoción del fútbol, que tantas veces nos brinda jornadas memorables, regaló una vez más al Girona un relato de heroísmo y ansiedad. Un triunfo que, aunque trabajado con sudor, devuelve la alegría a Montilivi.