Hace tres veranos, Inglaterra logró un doblete inolvidable: conquistar la Eurocopa y encender una revolución en el fútbol. Esa victoria fue como una chispa que encendió la llama del cambio. La inversión creció, los estadios brillaron con más público, y la liga se transformó en un imán para jugadoras de todos los rincones del planeta. Ahora, cuando España se perfila como posible reina de la Eurocopa 2025, surge la inevitable pregunta: ¿puede nuestro país seguir el mismo camino?

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España en busca del cambio: ¿Llegará el punto de inflexión?
Por ahora, las respuestas no son del todo esperanzadoras. «Nosotras ya hemos ganado grandes títulos», destaca Alexia con la misma confianza con la que domina el centro del campo. «Hemos sido campeonas del mundo. Eso ya debería haber sido nuestro punto de cambio», reflexiona Esther, quien hace dos años decidió probar fortuna en la NWSL norteamericana. «Necesitamos que todas las instituciones y clubes inviertan de verdad. No puede depender solo de dos o tres equipos. La Liga F debe ser atractiva, y en este momento, no lo es. Las jugadoras vienen, pero se marchan pronto, como agua entre los dedos».
El reto del fútbol femenino en España
Aitana Bonmatí, con sus vitrinas repletas de trofeos, coincide en la crítica: «Hemos ganado un Mundial, una Nations… Lo nuestro ya lo hemos hecho. Pero el fútbol es dinero, y quienes lo mueven son los patrocinadores y las instituciones. Nosotras ponemos el deporte, pero lo que pase después no está en nuestras manos».
Un deseo de progreso
Patri Guijarro resume con un mix de deseos y realismo: «Ojalá las cosas cambien. Ojalá los clubes apuesten más y la Liga sea más competitiva. En Inglaterra se nota la diferencia, lo dicen jugadoras que se van allí, como Mariona. Queremos que nuestros proyectos se parezcan más a los de allá». En el terreno de juego, España ha demostrado su valía. Fuera de él, sigue aguardando un cambio que aún no llega.
