Dejan Savicevic emergió al mundo el 15 de septiembre de 1966 en la vibrante ciudad de Podgorica, hoy la orgullosa capital de Montenegro y antes conocida como Titograd, bajo la bandera de la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia. Este país, que abrazó su independencia en 2006, es un crisol donde deportes como el baloncesto, el balonmano y el waterpolo reinan, pero fue Savicevic quien ascendió al Olimpo del fútbol.

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Su ascenso al estrellato comenzó con el Buducnost de su tierra natal y se consolidó en el legendario Estrella Roja de Belgrado. Sin embargo, fue en el Milan, durante seis años de magia pura (1992-1998), donde Savicevic se forjó como leyenda. Muchos aficionados aún susurran que mereció el codiciado Balón de Oro, siendo uno de los centrocampistas más brillantes de los años noventa.
Un Liderazgo a Gran Escala
Desde que colgó las botas en 2001, Savicevic continuó su legado en el fútbol, liderando primero a la selección de Serbia y Montenegro como entrenador hasta 2003, para luego asumir las riendas como presidente de la Asociación de Fútbol de Montenegro, rol que desempeña hasta hoy.
Podgorica, con sus 180.000 almas, respira fútbol en cada esquina. El epicentro es el Podgorica City Stadium, hogar del FK Buducnost. Con capacidad para 15.000 espectadores, este recinto emblemático es también la casa de la selección nacional, dirigida actualmente por el mítico Robert Prosinecki.
La Sombra del Pasado
Pedja Mijatovic comparte la cúspide del panteón futbolístico montenegrino junto a Savicevic, y su legado es innegable. La selección actual ha visto pasar figuras como Stevan Jovetic, máximo artillero histórico con 78 dianas, aún en las canchas chipriotas a sus 35 años. Stefan Savic, quien dejara el Atlético de Madrid el verano pasado, es un estandarte con 74 partidos a sus espaldas.

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«Recuerdo mis primeras tardes en ese estadio, viendo a gigantes como Savicevic y Mijatovic… y me duele ver que hoy la calidad del fútbol local cae muy por debajo», reflexiona Aleksandar Vuckovic, director ejecutivo de las instalaciones deportivas de Montenegro. Vuckovic comparte su frustración: las entradas para ver a la selección varían entre 20 y 30 euros, pero los partidos de la liga nacional solo cuestan unos pocos euros, y aun así, los asientos vacíos son la norma.
Montenegro acogió recientemente un triunfo en la Nations League contra la Turquía de Arda Güler, sorprendiendo con un 3-1, su único éxito en su grupo. Ahora, la expectativa se centra en los inminentes encuentros clasificatorios contra Gibraltar e Islas Feroe, aunque esos compromisos se jugarán en la ciudad de Niksic.
Retos Profundos: El Éxodo del Talento
El fenómeno, sin embargo, no se limita al fútbol. Montenegro se enfrenta a una continua fuga de talento. Entrenadores incapaces de formar adecuadamente y la marcha de jóvenes promesas como Jovetic y Savic, quienes buscaron su destino fuera del país, reflejan un problema arraigado.
«El panorama es aún más sombrío si miramos el caso de Nikola Mirotic, quien se fue a España a los 14 años y hoy su ejemplo resuena», señala Vuckovic. El éxito de sus deportistas en el extranjero es un testamento doloroso a la falta de oportunidades en su tierra.
Para aspirar al éxito, Montenegro debe seguir el ejemplo de Islandia, un país diminuto en tamaño pero enorme en espíritu competitivo. La honestidad, el trabajo arduo, y un cambio de mentalidad son cruciales para que el deporte montenegrino florezca y deje de vivir en la sombra de gloria de sus héroes pasados.
