Una final en la hierba. No hay otra forma de decirlo. Si el Nàstic quiere seguir soñando con el ascenso directo, debe salir victorioso del fortín del Reino de León. Las matemáticas no mienten: siete puntos separan a los equipos, con dieciocho aún en juego.

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El horizonte se aclara con una victoria
Si los hombres de Dani Vidal logran imponerse, se colocarán a solo cuatro puntos de los leoneses, prácticamente a una pedrada de distancia. Con un calendario menos benevolente para sus rivales, el viento podría soplar a favor del Nàstic. Cabe destacar que en la penúltima jornada, la Cultural deberá viajar al campo de la Ponferradina, el actual subcampeón de la tabla.
El desafío de jugar fuera de casa
El Nàstic ha tenido sus tropiezos lejos de su territorio. No hay mejor escenario para dar un golpe sobre la mesa que consiguiendo una victoria en uno de los feudos más complicados de la categoría. La Cultural es un hueso duro de roer en casa, siendo el cuarto mejor local del grupo, solo superado por los propios tarraconenses. En su terreno, han caído tan solo tres veces en dieciséis jornadas, con su última derrota fechada en diciembre ante la Gimnástica Segoviana.
Rompiendo maldiciones
Sin embargo, la moneda del Nàstic no ha caído a su favor cuando juega lejos de casa, ya que no canta victoria desde hace más de dos meses. En aquella ocasión, lograron una victoria esperanzadora en Balaídos frente al filial del Celta. Como David contra Goliat, rompieron una imponente racha del equipo gallego.
En la antesala del partido, Dani Vidal expresaba: “La Cultural ha sido el comandante del barco casi todo el año. Quizá ahora no navegan en su mejor momento, pero su solidez es innegable. Han arrancado puntos valiosos en los últimos suspiros, una diferencia abismal respecto a los demás”, sentenció con admiración velada por el rival.

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