El Real Madrid vive tiempos de tormenta y naufragio en el Santiago Bernabéu, donde encadenó su tercera derrota de la temporada (Milan, Barça y Valencia), sumando así un total de diez caídas en toda la campaña. Este tumultuoso periodo recuerda a esos momentos en los que el cielo se oscurece y parece que el rayo siempre cae en el mismo lugar. Un hecho destacable es que desde 2002, el Real Madrid nunca ha alzado una Copa de Europa en una temporada con tantas derrotas acumuladas. Las cifras son un espejo que refleja un año complicado para un vestuario que, en esta temporada, se ha convertido en un escudo ante la adversidad, evitando el diálogo tras cada derrota. El contador ya va por diez…
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Las estrellas guardan silencio en la derrota
Cuando las luces de los focos se apagan con el pitido final, el silencio del vestuario es estrepitoso. Esta pasividad se refleja en el comportamiento de los jugadores, como si fueran estatuas impasibles ante la crítica de la grada del Bernabéu. La afición, furiosa como un mar embravecido, dejó su veredicto con una sonora pitada dirigida a Vinicius y desaprobó las decisiones de Carlo Ancelotti, un técnico cuyo crédito, ganado con sudor y títulos, parece desvanecerse como arena entre los dedos. La falta de chispa en el juego y la pasividad sobre el césped son vistas como una alerta roja por los seguidores, quienes reclaman un cambio en el banquillo. La relación de algunos jugadores con Carletto, personajes con nombre y presencia como Vinicius, Bellingham y Mbappé, amenaza con desintegrar la autoridad del italiano.
La defensa de Ancelotti
Carletto, el único que se presentó ante la prensa, asumió la responsabilidad con su habitual sinceridad: “No ha sido merecido, generamos mucho en ataque. No nos faltó actitud. La Liga se complica, pero el objetivo es pelear hasta el final”, aseguró con la determinación de un capitán que se niega a abandonar el barco. Ancelotti fue tajante al negar que el problema radique en la actitud o en el físico: “Hemos creado oportunidades, pero quizás nos faltó esa puntería de oro”. Y, como en un guion de suspense, admitió que el desafío ahora es la efectividad y la recuperación del balón.
El penalti y la apuesta de Mamardashvili
La tensión creció cuando Vinicius, que se ha convertido en un símbolo de esperanza y frustración a partes iguales, falló un penalti que Mamardashvili detuvo. El guardameta, con la confianza de un jugador de póker, confesó en zona mixta que apostó 50 euros con Vinicius a que no lo marcaría. Vinicius, responsable de los penaltis por decisión de Ancelotti, fallaba su segundo penalti consecutivo, el quinto de la temporada para el Madrid. Un desafío que enfrentan también Bellingham y Mbappé, quienes han errado penaltis antes. Ancelotti mencionó con un tono pensativo: “Debemos considerar a Mbappé como lanzador. Veremos qué sucede”.
La relación entre Ancelotti y la afición toma el formato de una película dramática en la que las ovaciones se convierten en abucheos, especialmente cuando llegan los cambios: Rodrygo, Endrick, Camavinga, Alaba y Guler entraron, pero el descontento ya es un personaje más en el estadio. El futuro de Ancelotti parece pender de un hilo, mientras la sombra de Xabi Alonso, con quien ya hay un preacuerdo, se vislumbra como el amanecer de una nueva era en el Real Madrid.
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