Entre las muchas emociones vividas en el Tartiere, también hubo lugar para la nostalgia. Un siglo de historia da para mucho, y el Real Oviedo aprovechó su centenario para recordar momentos dorados y figuras icónicas. Con Joaquín Pajarón y Miguel Fernandi como maestros de ceremonias, el primer homenajeado fue Marianín, máximo goleador de Primera y autor del mítico gol 1.000 del Oviedo en la élite. «Eso es lo más grande que puede tener un jugador de fútbol», confesó emocionado.
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Veteranía y Emoción en el Tartiere
A sus 79 años, Marianín tenía que marcar un penalti, pero falló en su primer intento. «Lo fallé por la falta de costumbre, yo no los solía tirar», bromeó entre risas. A la segunda oportunidad, el balón besó el palo con suavidad. Aunque no quedó del todo satisfecho, el cariño del público aliviaba cualquier pesar. «Tenemos una afición única en el mundo, es inmejorable. Pasa el tiempo y me siguen queriendo», afirmó con emoción.
Reviviendo Goles Legendarios
Era el momento de otras leyendas: Paco Fernández, Carlos Muñoz, Ricardo Bango y Viti. Rememoraron el gol del ascenso en Mallorca en 1988, obra de Carlos, y la victoria ante el Génova por 1-0 gracias a Bango. «Fue muy bonito volver a vivir algo así», reconoció Bango. «Disfruté como un niño con zapatos nuevos», añadió, eclipsado por la atmósfera del estadio.
Reflexiones desde la Portería
Viti, quien defendió la portería durante 16 temporadas, también compartió recuerdos. «Intentamos no levantar ningún tapín porque no estamos ya para muchos trotes», comentó entre risas. «El Oviedo fue parte de los mejores años de mi vida», aseguró, subrayando la importancia de esos momentos en su carrera.
Claves para Regresar a la Élite
Bango explicó la clave para el éxito en Primera: «El primer año es fundamental. Si aguantas, te da una base, tanto económica como deportiva». El inicio de la competición será un verdadero infierno, con Villarreal, Real Madrid y Real Sociedad como rivales. «Tienen que familiarizarse con la competición… hay que sentar cimientos sólidos», concluyó Bango, con la esperanza de que el Oviedo compita ante cualquier equipo, cual David contra Goliat.
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La pasión y el fervor del Tartiere son el combustible para un futuro prometedor. El Oviedo no solo celebra su historia, sino que también construye un camino brillante hacia el mañana. ¡Que se alce el telón de los sueños!
