El duelo entre Benfica y Chelsea fue un enfrentamiento de película, representando a la perfección la esencia del Mundial de Clubes en Estados Unidos. Un partido que los ingleses dominaron hasta que dos tormentas interrumpieron su avance: primero, una eléctrica que detuvo el juego por dos horas, y luego Di María, quien convirtió un penalti clave tras provocar una falta que culminó en un centro donde Malo Gusto incurrió en un error fatal. Nkunku emergió como héroe para evitar una pesadilla para el Chelsea, y a partir de ahí, el Benfica sucumbió con goles de Pedro Neto y Dewsbury-Hall que sellaron el capítulo.

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Intensidad hasta el último minuto
Desde la boca de Maresca brotó una emoción desbordante tras la tormenta de truenos que casi arruinó su clasificación antes del tiempo extra. Pronto se le unió Bruno Lage, quien contempló cómo en el inicio de la prórroga, Prestianni añadió un giro inesperado a un partido que comenzó con el almuerzo y terminó al caer la noche en EE.UU. Una entrada desafortunada del argentino dejó al Benfica con un hombre menos, y Di María se lanzó como un huracán en busca de una hazaña épica. En última instancia, el sol brilló para Londres mientras Lisboa quedó en un fado eterno.
Cucurella, la pesadilla lusa
El Chelsea, un verdadero carrusel de novedades, ha encontrado cohesión bajo la dirección de Enzo Maresca. Comenzaron siendo superiores ante un Benfica que dejó a Carreras en el banquillo, considerando su deseo de estar en el Real Madrid. Sin brillar, su ausencia se sintió, mientras Cucurella se convertía en protagonista, atormentando a Aursnes. A punto de anotar en el minuto 20, solo Antonio Silva, con un despeje heroico, le negó el gol. Trubin, por su parte, fue el salvador del Benfica, mitigando sus penurias.
El Chelsea resurge antes y después de la tormenta
El esfuerzo del portero ucraniano quedó en nada al descuidar su palo en un disparo lateral de falta ejecutado por Recee James, una merecida recompensa para un Chelsea que brilló pero le faltó acierto. Obligado a renunciar a su rígida defensa, el Benfica se encontró impotente y un cambio llevó a Prestianni a desperdiciar una ocasión valiosa.
Con solo cinco minutos para el final, el estricto protocolo de tormentas encendió la desesperación entre el público y jugadores, menos para Di María, que buscó mantener viva la esperanza del Benfica. Sin embargo, el caos se materializó cuando Prestianni enfrentó una autoexpulsión que dejó al Benfica en desventaja.

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Un desenlace inesperado
En un estadio medio vacío, el Chelsea, sin querer llegar a los penaltis, atacó con prisa. Al 108, Nkunku rompió la igualdad, y Pedro Neto junto a Dewsbury-Hall firmaron el desenlace de un encuentro inolvidable, un verdadero maratón de fútbol que dejará huella en los valientes espectadores. Fue una epopeya que, aunque inesperada, aún perdurará en la memoria de aquellos que presenciaron el drama incesante de cuatro horas y media.
