El fútbol, ese deporte de ilusiones y detalles minúsculos, volvió a ser protagonista en el Estadio de Balaídos. El Celta de Vigo logró imponerse al Mallorca por 2-0, en un partido donde los pequeños momentos y decisiones del destino inclinaron la balanza a favor de los celestes. Esa mano de Raillo que cortó un contragolpe o el disparo de Hugo Álvarez que encontró su camino al fondo de la red son ejemplos perfectos de esos detalles que definen un encuentro. Con esta victoria, el Celta se sumerge en la apasionante batalla por los puestos europeos.
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Un Balaídos necesitado de alegría
Balaídos acogía este duelo con la esperanza de borrar la amarga derrota frente al Espanyol. Los celestes, inmersos en la mediocridad de la tabla, buscaban redención; necesitaban una victoria como el agua en el desierto tras tres jornadas sin conocer el triunfo. Al frente, el sorprendente Mallorca, equipo revelación de la temporada, que no estaba dispuesto a soltar su sueño de alcanzar las cotas europeas.
Hugo Álvarez, un diamante en crecimiento
El encuentro, lejos de ser una exhibición de hermosura futbolística, fue un duelo de nervios, con las ocasiones escaseando como el oro. Sin embargo, a la media hora, un chispazo de talento emergió de las botas del joven Hugo Álvarez. Tras una recuperación en tres cuartos, su potente derechazo desde la frontal, inicialmente rechazado, finalmente se coló en la meta de Greif, inaugurando el marcador (1-0). El canterano del Celta sigue en racha, después de haber visto puerta ante el Barcelona, y se consolida como el faro del futuro en Vigo.
El conjunto bermellón, armado de coraje, vivió sus mejores momentos antes del descanso. Coquetearon con el gol en varias ocasiones, pero Guaita se mostró como un gigante bajo los palos, manteniendo al Celta con ventaja para la segunda mitad.
Nunca subestimes el poder de los errores
En la reanudación, los de Claudio Giráldez parecían más entonados, aunque las oportunidades no se materializaban. Fue entonces cuando un error cambió el guion: Raillo, en una jugada insensata como pocas, se autoexpulsó al cortar un contragolpe con la mano, dando vida al Celta.
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Sintiendo el olor a sangre, el veterano Iago Aspas no perdonó. Un balón rechazado a un centro de Mingueza fue suficiente para que Aspas, con un error de Greif de por medio, pusiera el tanto de la sentencia (2-0), asegurando tres puntos valiosos para el equipo celeste y desatando la euforia de los aficionados en Balaídos.
Con esta victoria, el Celta de Vigo reaviva sus aspiraciones europeas, transformando una tarde cualquiera en un recital de pasión y pundonor, certificando que en el fútbol, a veces, los detalles lo son todo.
