El Benfica enfrentó anoche un desafío considerable en su propia casa, el estadio Da Luz, contra un Bolonia que parecía haber llegado con una determinación sorprendente. En un partido donde la precisión de un cirujano era necesaria, los portugueses se mostraron como náufragos en aguas tranquilas, sin lograr acertar a puerto seguro. Ahora, con la soga al cuello, deberán enfrentarse al Barcelona en Lisboa y a la Juventus en Turín para mantener viva su esperanza en la Champions League.
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Desaprovechada oportunidad dorada
El conjunto luso, que recientemente había brillado con su goleada ante el Atlético de Madrid, parecía haber perdido el brillo de su diamante. El marcador les dejó con diez puntos y en una preocupante decimoquinta posición en la tabla, un golpe bajo para las ‘águilas’, que vieron cómo el Bolonia, con un solo punto hasta entonces, lograba empatar en Lisboa. Los italianos, firmes como un roble, mantuvieron la calma tras el susto inicial: un gol anulado en el segundo minuto por fuera de juego.
Contrastes en el campo
La serenidad de los visitantes con el balón en los pies era un verdadero iceberg en un océano de nervios para los locales. Los portugueses, cuya principal característica es la verticalidad en el ataque, encontraron un muro infranqueable en su propio campo. Sólo a través de rápidas transiciones y destellos de genialidad del experimentado Ángel Di María, el Benfica logró hacer temblar la portería italiana.
Un primer acto de incertidumbre
En los últimos alientos del primer tiempo, la esperanza asomó la cabeza. Álvaro Carreras, con la habilidad de un torero, se deshizo de su marcador y conectó con Di María, que remató de primera intención. Sin embargo, el portero polaco Lukasz Skorupski se vistió de héroe y evitó la celebración anticipada.
Segunda mitad: esperanza renovada
El inicio de la segunda parte trajo un soplo de energía al Benfica. Thijs Dallinga del Bolonia fue el primero en poner a prueba a Trubin, pero pronto el espectáculo cambió de lado. Carreras, como un vendaval, causó estragos en la defensa italiana, especialmente a Urbanski, que no encontraba cómo detener el asedio por la banda izquierda. Mientras el Benfica lanzaba ola tras ola de ataques, Skorupski se afianzó como el salvador del Bolonia, dejando el marcador finalmente en tablas.
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El camino por delante
El Benfica se encuentra ahora en un cruce de caminos, donde cada partido es un filo mortal. Con dos contendientes de peso pesado, el Barcelona y la Juventus, los lusos intentarán recuperar su chispa perdida y seguir soñando con besar la gloria europea.