El pitido final desató una ola de euforia entre jugadores y cuerpo técnico del Barça, un momento que comparado con un estallido de fuegos artificiales, fue breve pero intenso. Sin embargo, la celebración fue rápida. Con la mirada fija en el Inter de Milán, el enfoque y determinación se hicieron palpables en la zona mixta.

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Rumbo al hotel de concentración
Después de abandonar el estadio, el equipo blaugrana se dirigió al hotel de concentración. Joan Laporta, junto a algunos directivos, llegó primero, seguido más tarde por los jugadores. El momento cumbre fue cuando Olmo entró triunfante, sosteniendo la Copa, escoltados por una marea de seguidores que, a pesar de la madrugada, se congregaron para agradecer el título.
Celebración íntima
Al lado del hotel, en un centro de convenciones, les aguardaba una pequeña celebración junto a sus familiares. Los jugadores llegaron a través de un acceso directo desde el hotel, tras un rápido cambio de vestimenta. Allí, se encontraron con un cartel que decía «llegat blaugrana», un recordatorio del legado que continúan escribiendo.
Satisfacción en la directiva
Mientras esperaban a los protagonistas de la noche, algunos directivos paseaban por las inmediaciones del hotel, irradiando satisfacción. Joan Solé, figura destacada de la comisión deportiva, estaba visible entre ellos, reflejando un orgullo innegable.
Un mensaje claro de Flick
A pesar del ambiente festivo, Hansi Flick, con la precisión de un reloj suizo, dejó en claro que la celebración debía ser moderada. Consciente de la cresta de la ola competitiva, con un importante partido de Champions ante el Inter de Milán en el horizonte, no dio espacio para más fiesta.

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Victoria estratégica
Durante la celebración, el club transmitió la importancia estratégica de la victoria sobre el Real Madrid. Este triunfo no solo avanza en la moral blaugrana, sino que supone un mazazo para los blancos en su lucha por la liga, pintando un futuro prometedor para el Barça en las competiciones venideras.
Un final impresionante para una jornada llena de emoción, en la que cada jugador dejó el corazón en el campo, multiplicando la pasión de sus seguidores y volando alto en el cielo del fútbol europeo.
