Kylian Mbappé se presentó con una sonrisa radiante en la rueda de prensa previa al enfrentamiento entre el Real Madrid y el RB Salzburg. El delantero francés atraviesa un estado de forma impresionante, como un vendaval imparable que acaba de pasar por el césped del Santiago Bernabéu, dejando tras de sí el eco de su actuación estelar contra la UD Las Palmas. «Soy feliz desde el primer día», afirmó con la confianza de un campeón que ya ha engrosado sus vitrinas con dos títulos, mientras nos anticipa un segundo tramo de temporada que promete ser electrizante.
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Metiendo goles y asimilando cultura
Mbappé no solo se siente realizado sobre el verde, donde cada gol es un grito de alegría que retumba en el corazón de los aficionados merengues, sino también fuera de él. «Intento aprender de la cultura española», comparte, dejando ver su entusiasmo por empaparse de las diferencias culturales que enriquecen su experiencia en España. Es como si entre tapitas de jamón y tardes de siesta, el galo disfrutara cada instante en esta nueva etapa de su vida.
La humildad como bandera
Con la modestia de quien sabe que ser una estrella no implica perder la sencillez, Mbappé aclaró que su actitud no es un reflejo de timidez, sino de humildad. «No fue timidez, sino humildad», destacó, dejando claro que, a pesar de las luces y cámaras, sigue manteniendo los pies en la tierra. Como un artista que pinta con goles en lugar de pinceles, su humildad es el marco que ensalza su talento descomunal, convirtiéndolo en un ejemplo dentro y fuera del campo.
La afición merengue, seguro, espera que este cuento de hadas madridista siga escribiendo capítulos de gloria con Mbappé como protagonista principal. Con este tipo de actitudes y compromiso, el cielo parece ser el único límite para el astro francés.