El Sporting de Gijón ha puesto fin a la era de Rubén Albés al frente del banquillo rojiblanco tras caer derrotado en casa ante el Tenerife por un 1-3 que dejó sensación de jarro de agua fría en El Molinón. Este tropiezo ha colocado al equipo en arenas movedizas, con la sombra del descenso acechando a solo cuatro puntos, con el Zaragoza aún por disputar su encuentro esta jornada.

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Un cambio de rumbo necesario
La directiva del Sporting ha decidido cortar por lo sano y cambiar el rumbo después de que la gestión de Albés se haya convertido en una lucha cuesta arriba. Aunque el presidente ejecutivo, David Guerra, había tendido una alfombra de confianza hacia el técnico, soñando con un futuro conjunto, la realidad impuso su dureza con la fría y dura realidad de una racha de una sola victoria en diecisiete partidos.
La gota que colmó el vaso
Tras encadenar tres derrotas consecutivas que han dejado al equipo rojiblanco oliendo a azufre desde los fondos de la tabla, la paciencia de la dirección se ha agotado. Como si de un nudo gordiano se tratase, lo dilataron hasta el límite, pero finalmente decidieron deshacerlo eligiendo un nuevo rumbo.
Un nuevo amanecer en Mareo
El club, demostrando profesionalidad, mantuvo la agenda habitual con un entrenamiento matutino previsto. Como si de una escena de transición en una película se tratara, en Mareo, Caco Morán, analista del primer equipo, asumió las riendas de la sesión regenerativa, añadiendo un toque de oxígeno fresco a un grupo noqueado.
Se espera que el club anuncie al nuevo capitán que llevará las riendas de la nave sportinguista en las últimas ocho jornadas del campeonato y trate de enderezar el rumbo en medio de una tormenta que amenaza con arrastrar al Sporting hacia las sombras del descenso. Un giro de guion esperanzador aguarda en las próximas horas para los seguidores rojiblancos.

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