El partido entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla terminó en un caos total en el estadio Atanasio Girardot, desatando una tormenta de violencia por parte de los hinchas de ambos equipos en las tribunas y una parte del campo de juego.
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Caos y Violencia
Los hechos violentos dejaron un saldo de 20 personas heridas. Varias de ellas fueron trasladadas a centros asistenciales, lo que llevó a que el encuentro tuviera que ser suspendido a los 60 minutos. Este dramático giro de los acontecimientos ocurrió justo después de que Marino Hinestroza anotara el segundo gol para Atlético Nacional. Como si fuera una película de acción, las gradas se convirtieron en un campo de batalla, con aficionados blandiendo cuchillos y generando imágenes que han dado la vuelta al continente suramericano.
Repercusiones Internacionales
Estos incidentes no solo causaron un revuelo en Colombia, sino también en gran parte de Sudamérica. Medios de Argentina y Perú reportaron lo sucedido en el estadio Atanasio Girardot, compartiendo las gráficas imágenes de los aficionados armados. El periódico argentino más conocido, Diario Olé, tituló: «El feroz enfrentamiento entre barras de Nacional y Junior terminó con apuñalados en las tribunas.» Por su parte, TyC Sports publicó: «Batalla campal en Colombia: puñaladas y más de 20 heridos en partido de Atlético Nacional y Junior.»
Medidas y Sanciones en Colombia
Por otro lado, El Comercio de Perú se centró principalmente en la suspensión del partido, pero también aportó detalles de lo sucedido en el Atanasio Girardot. En Colombia, la conversación ahora gira en torno a las posibles sanciones que podrían caer sobre los clubes involucrados. La incertidumbre sobre el impacto de estos incidentes es palpable, pero una cosa es segura: la Alcaldía de Medellín ya confirmó el cierre del escenario paisa.
Un Partido Marcado por el Drama
El marcador parecía augurar una victoria para Atlético Nacional, con goles que hacían vibrar a la hinchada. Sin embargo, en un giro inesperado, el fútbol quedó en segundo plano y la violencia se llevó el protagonismo. La seguridad se volvió la gran preocupación, y ahora, los directivos de ambos equipos, junto con las autoridades locales, deberán enfrentar las consecuencias de estos lamentables sucesos.
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El estruendo de los tambores y los cánticos se opacó por los gritos y la confusión; el césped del Atanasio Girardot, un campo de sueños y competencias, se transformó en un campo de batalla. Un triste capítulo en el fútbol colombiano que muchos esperan nunca vuelva a repetirse.