Los recientes episodios de violencia en el estadio Atanasio Girardot durante la fecha 10 de la Liga Betplay II 2024 han traído consecuencias severas: seis fechas de suspensión para Atlético Nacional y Junior de Barranquilla, además de la pérdida de tres puntos para el conjunto verdolaga. Las batallas campales dejaron un saldo lamentable de 22 heridos, y ambos clubes deberán enfrentar sanciones económicas que no hacen justicia al caos vivido.
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Atlético Nacional: «La pelota no se mancha, pero la justicia sí»
La reacción de los verdolagas no tardó en hacerse escuchar. Con firmeza y determinación, su presidente Sebastián Botero subrayó: «Manifestamos nuestro más enérgico rechazo a las sanciones impuestas. Los violentos no pueden cantar victoria. Nos defenderemos hasta las últimas consecuencias, incluso si eso significa llegar al TAS». El estadio resonó con estas palabras, una declaración de guerra ante las decisiones arbitrales percibidas como injustas.
Junior: entre tiburones y tempestades
Por su parte, el equipo tiburón afiló sus dientes en una respuesta contundente. En un comunicado cargado de astucia, Junior FC dejó claro que no apoyaba a los que ensuciaron ese encuentro. «Junior FC S.A no está relacionado con los responsables de los disturbios», afirmaron. Sin quitar el dedo del renglón, apuntaron también al verdolaga, culpándolo por no brindar las garantías necesarias.
El comunicado fue un tacle al rival, haciendo memoria de incidentes pasados similares y dejando en claro que estas decisiones no son algo extraordinario. Citaron casos como el de Pereira vs Patriotas y Atlético Nacional vs. Independiente Medellín, mostrando la historia y contexto que respaldaban su postura.
Lecciones del pasado para un futuro sin violencia
Junior no se queda de brazos cruzados frente a su castigo. Recordaron que también sufrieron el cierre parcial de sus tribunas y una multa. Pero, al más puro estilo de un equipo comprometido, reafirmaron su compromiso con la paz en el fútbol. «Junior FC S.A se compromete a colaborar estrechamente con las autoridades para prevenir futuros incidentes», declararon con pasión, buscando transformar el pesar en un impulso hacia un espectáculo limpio y seguro.
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En medio de esta tormenta, ambos clubes parecen buscar no solo ganar partidos, sino también la batalla por un fútbol sin violencia. Es un juego de dos poderosos clubes que, como el clásico que son, deben recordar que el único ruido que debería escucharse en el estadio es el del balón rodando, no el de las broncas.
