El fútbol colombiano se sorprendió -tal vez no tanto- este jueves, ante un cruce de acusaciones que vuelve a poner en tela de juicio la unidad entre los protagonistas del deporte más importante del país.
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¿Por qué la pelea?
La razón de este nuevo y escandaloso cruce es, por supuesto, una cuestión de plata. Pero al usar las redes sociales y no los canales oficiales y al poner en tela de juicio la honorabilidad de los protagonistas, este nuevo impase podría desencadenar consecuencias graves e indeseables para el futuro.
Auditoría en la mira
Acusaciones muy graves
«En la Dimayor no paran los escándalos, ahora las denuncias ya no son solo deportivas, que fueron escandalosas, ahora se vienen las denuncias por los manejos irregulares de los dineros por parte de su presidente Jaramillo, creyó fiel al “siniestro” estilo Petrista que podía venir a disponer atrevidamente y a su antojo de los recursos de los clubes», aseguró Eduardo Pimentel, máximo accionista de Boyacá Chicó.
Y ardió Troya. La respuesta fue igual de contundente y, según las fuentes consultadas por FUTBOLRED, se anticipa una demanda penal contra Pimentel, entre otras causas por presunta injuria y calumnia, producto de su delicada acusación.
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Un conflicto que se intensifica
Pero, ¿qué es lo que molesta tanto? A juzgar por las palabras de Pimentel, al hablar de «manejos irregulares» y control de fondos de la Dimayor de acuerdo con «el antojo» de su presidente, hay una inconformidad de base que, al parecer, no es exclusiva del club boyacense.
Un escándalo en puerta
La molestia parte de una auditoría que se solicitó en una reunión de los presidentes de clubes, entre ellos Pimentel y Eduardo Méndez, máximo dirigente de Santa Fe, para aclarar dudas sobre el manejo de las finanzas de la Dimayor. No hubo en su momento oposición de parte de los dirigentes que están más del lado de Jaramillo, aunque se estableció sí una incomodidad por la contratación de la firma, que según esos directivos estaría asignada a dedo por la contraparte y no ofrecería total confianza para todos.
Avanzaron las averiguaciones y ahora se empiezan a conocer los primeros resultados, que serían los que Pimentel llama «malos manejos». Uno de los detalles más controversiales involucra al club Real Cartagena, quien recibió un ingreso importante para la conformación de su costosa nómina. ¿Fue dinero de Dimayor? La auditoría no lo confirma totalmente y desde la directiva se asegura que hay soportes que prueban que se trató de un préstamo de una entidad bancaria.
Otras operaciones que llamaron la atención pasan por adelantos que se hicieron a algunos clubes del fondo que pertenece a todos y que proviene de los derechos de transmisión de televisión. Para la Dimayor, resulta muy claro que todos los equipos, cuando se ven en situaciones apremiantes en sus finanzas, solicitan estos anticipos, los cuales se realizan de manera casi rutinaria. Sin embargo, no fue posible establecer qué piensan los presidentes que estarían en la contraparte, ya que no respondieron a las consultas de este portal.
Rencillas históricas que resurgen
Pero hay más: vale recordar que Pimentel tuvo un duro enfrentamiento con Jaramillo durante los cuartos de final de la Copa Betplay 2024, que enfrentaron a Boyacá Chicó con Independiente Medellín. En aquella oportunidad, el Comité Disciplinario de la Dimayor sancionó al equipo antioqueño con la pérdida de los 3 puntos obtenidos en el partido de ida y derrota por 3-0, un asunto que se resolvió al final, en la cancha, en favor del poderoso, que venció a los boyacenses en definición por penaltis en el duelo de vuelta.
El castigo se conoció horas antes de que se llevara a cabo ese duelo en el Atanasio Girardot. En aquel entonces, Pimentel acusó a Jaramillo de favorecer al equipo más grande de la contienda, al reprogramarle el partido de ida cuando alegó que no se podía presentar al compromiso en la fecha inicialmente pactada, por culpa de los bloqueos de un paro campesino en Boyacá. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿las viejas rencillas nunca se apagan?
Un futuro incierto para el fútbol colombiano
Así las cosas, hay tela de dónde cortar en un pleito que apenas empieza si es que finalmente llega a los estrados judiciales. Al final, el gran perjudicado es el fútbol colombiano, que demuestra, una vez más, lo difícil que es integrar los intereses de todos los 36 clubes en favor del desarrollo y el progreso, y lo frágil que se hace todo cuando cada quien defiende solo su interés particular.