La cancha del estadio Bicentenario de La Florida se convirtió en el escenario de un duelo intenso y con final polémico, donde Deportes Iquique mordió el polvo al caer por 1-0 frente a un aguerrido Universidad Católica. La historia de este partido estará marcada por el gol anulado a Steffan Pino en el minuto 89, un episodio que dejó a más de uno con los nervios de punta.

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El VAR se roba la atención
La jugada del gol anulado fue el drama culmine. En un abrir y cerrar de ojos, la alegría celeste se evaporó. El técnico iquiqueño, Miguel Ramírez, admitió no haber visto la repetición, pero señaló con franqueza: “Todos me han dicho que estaba bien habilitado”. La tecnología del VAR fue protagonista en esta obra, y como en una telenovela, el botón que detuvo la imagen fue el villano inesperado. “Eso es lo ideal, pero no le voy a echar la culpa a esa jugada”, sentenció el Cheo con resignación.
Autocrítica en las huestes de Iquique
Ramírez, cual capitán de barco en marejada, no se escudó tras las polémicas decisiones. “Nosotros iniciamos el primer tiempo pensando más en lo que va a pasar el martes”, confesó, destacando un error de enfoque que planteó cuesta arriba la contienda desde el inicio. La roja en el desarrollo del juego fue una carga pesada para un Iquique que ya venía con el tanque vacío. Con uno menos, frente a una Católica bien plantada, el desgaste fue como escalar una montaña empinada.
Miguel Ramírez no se muerde la lengua
El estratega no se quedó callado y lanzó dardos hacia Universidad Católica. Aunque afirmó no querer culpar al árbitro ni a la hinchada rival, sí dejó caer la molestia por lo que considera desacuerdos fuera del campo de juego: “Nos dejaron sin el público visitante horas antes del partido”, enfatizó. Para Ramírez, hay “valores que no se pueden faltar” y los mantendrá más allá de los pitazos finales.
Este partido dejó mucho que pensar para el conjunto iquiqueño. “Mi responsabilidad está completamente en el resultado, soy responsable total”, reflexionó Ramírez, con la amargura de cargar tres derrotas al hilo como un pesado lastre sobre los hombros. La hinchada espera un cambio de chip, pues el telón del próximo desafío ya asoma. El Cheo y sus pupilos saben que el fútbol da revancha, y el aficionado espera con ansias el pitazo inicial del martes, donde las esperanzas se recargan y el balón vuelve a rodar. ¡Qué manera de dejarnos con el corazón en la mano, señoras y señores!

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