Carlos Bechtholdt vivió un torbellino de emociones en Curicó Unido, reflejo fiel de lo que es el fútbol: alegrías y sinsabores. Como director deportivo, celebró el ascenso a la Primera División y la histórica clasificación a la Copa Libertadores. Sin embargo, también fue testigo del descenso reciente, una espina difícil de sacar.

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A final de la temporada pasada, el «Cachi» puso fin a su etapa de más de una década en el club Tortero. En una charla íntima con su audiencia, reveló cómo fue su salida de Curicó Unido.
El Ciclo del «Cachi» en Curicó Unido
«Después de 12 años, he cumplido un ciclo», expresa Carlos con un tono de nostalgia. Fue un cierre limpio, sin deudas y con reconocimiento por su trabajo. Él y Julio Ode, miembro de la nueva directiva, comparten una relación de confianza que facilitó el proceso.
“Me preguntaron qué quería hacer y les dije que sentía que mi ciclo había concluido. Fue una conversación de caballeros, en buenos términos. Me indemnizaron y pude salir con la frente en alto”, relata con gratitud.
Éxitos y Aciertos Inolvidables
Recordando sus hitos, Bechtholdt narra con entusiasmo: “Desde que asumí la gerencia deportiva, nuestra meta fue siempre llevar al club a lo más alto». Y vaya que lo lograron: un ascenso, siete campeonatos en Primera, y ¡la Copa Libertadores! Verdaderamente, tocaron el cielo con las manos.

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Pero no todo fue color de rosa. «Las decisiones se desvirtuaron cuando la directiva se inmiscuyó en lo deportivo. Ahí perdimos rumbo», comenta apenado. Siente que la clave de los fracasos radicó en roles malinterpretados.
El Camino de Regreso a Primera
Curicó tiene el potencial, asegura Carlos, para volver al lugar que le pertenece. Con un crecimiento notable a lo largo de los años, el club está listo para dar el salto de regreso a Primera. «La pasión de su gente y su infraestructura lo hacen candidato», afirma convencido.
Un Nuevo Horizonte para Carlos Bechtholdt
Ahora, mientras aguarda por nuevos desafíos, Carlos está en pausa, reflexionando. Ofertas de Segunda División no faltan, pero su mirada está puesta en la B y Primera, donde se siente cómodo y puede proyectar a largo plazo.
En esta etapa de descanso, sigue de cerca la carrera de su hijo Franco en Cobresal, toma cursos, y se prepara para su próximo desafío. «El mundo del fútbol es un torbellino, se vive al día. Hay que estar siempre listo para la próxima jugada», concluye con un brillo de esperanza en sus ojos, mostrando su eterna pasión por el fútbol.
