La noche del último enfrentamiento entre San Lorenzo y Platense dejó a todos los hinchas boquiabiertos, pero nada nos preparó para la insólita tarjeta amarilla que le sacaron a Vicente Taborda. ¡Increíble! Cuando el pibe parecía estar en estado de gracia, el árbitro decidió meterse en la historia del partido con una de esas decisiones que son más misteriosas que un gato negro cruzando la calle.

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Con el balón en sus pies como si fuera un mago haciendo trucos en la cancha, Taborda comenzó a brillar desde el primer minuto. Sus gambetas deslumbrantes y su habilidad para eludir defensores habían tenido a más de uno aplaudiendo con fervor, pero todo ese derroche de talento se vio empañado por una decisión que dejó a muchos preguntándose si el juez había consumido algún tipo de “pócima de maldad” antes de entrar al campo.
Un momento surrealista
El momento clave llegó cuando Vicente tuvo un leve roce con un rival. Un contacto tan sutil que bien podría haber sido un roce de alas de mariposa, y sin embargo, el árbitro no dudó ni un segundo y mostró la amarilla. ¡Paf! Esa tarjeta llegó como un relámpago en un día soleado, y lo peor es que nadie entendía el porqué. ¿Acaso el chico estaba jugando al truco y no al fútbol? La hinchada del Ciclón estalló en un grito de impotencia. “¡Es un escándalo!”, se escuchó resonar en las tribunas, mientras los seguidores se removían en sus asientos con expresión de asombro.
Una decisión colectiva
Los compañeros de Taborda se miraron con incredulidad. “¡No puede ser! ¿Esto es fútbol o una obra de teatro?” gritaron algunos, mientras otros llevaban la mano a la cabeza en un gesto típico de desesperación. Esta amarilla, que bien podría haber sido para un foul de cartonero, representó una falta de criterio absoluto desde la posición arbitral. Entre risas nerviosas y miradas incredulas, las redes sociales no tardaron en arder.
Lo que quedó claro es que Vicente Taborda, con su espíritu guerrero y su calidad en el campo, no se dejará intimidar por decisiones ajenas.

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“¡Águante Taborda!”, se leía en pancartas y publicaciones, mientras que cada hincha hacía un llamado a la razón y el sentido común. En una noche donde el fútbol se jugó a mil por hora, a veces las decisiones de los árbitros pueden desequilibrar todo. ¡Pero San Lorenzo tiene al mejor para levantarse y seguir remando! No hay mal que dure mil años, ni amarilla que detenga el hambre de gloria de este equipo. ¡Vamos, Ciclón!
