Sebastián Domínguez se desahogó tras el triunfo de Tigre. ¡El Matador rugió y Domínguez no se guardó nada! Después de ese dramático partido en el José Dellagiovanna, el exfutbolista, con un corazón que parecía latir a mil por hora, se dirigió a los hinchas con un mensaje lleno de pasión y emoción.
Una victoria que se festeja con el alma
El triunfo de Tigre ante un rival complicado no fue solo otra línea en la estadística. ¡Fue un grito de guerra, una reivindicación! Cada balón disputado fue una batalla ganada y cada tanto, un estallido de alegría. Sebastián Domínguez, con la voz entrecortada, dijo: «Hoy los muchachos dejaron el corazón en la cancha. ¡Esto es Tigre, señores! No hay lugar para la mediocridad ni para los tibios. Este equipo está hecho de pura garra y coraje.»
El gol que nos puso de pie
El momento cúlmine llegó al minuto 72. El 10, con la precisión de un cirujano, colocó el balón en el ángulo derecho del arco rival. Un golazo que hizo explotar las gargantas de los fanáticos y que, si cerrabas los ojos por un segundo, podías sentir las vibraciones del estadio. Domínguez lo describió como «una obra de arte, un Picasso en el césped,» y no es para menos. Cada pase previo al gol fue orquestado como una sinfonía de fútbol.
El Muro defensivo, la muralla que soportó el embate
Y qué decir de la defensa. La última línea fue un verdadero muro de contención. En cada corte, en cada despeje, se podía ver la determinación de no dejar pasar más ni el viento. «Estos chicos son unos gladiadores. Cada vez que el rival intentaba penetrar, chocaban contra un muro de concreto. Así se defiende el honor de una camiseta,» expresó un emocionado Domínguez.
El mensaje a los hinchas
La frutilla del postre llegó cuando, enfundado en su pasión, Sebastián le habló directamente a los hinchas. «Pueblo Matador, este es el resultado de no bajar nunca los brazos. Ustedes son el motor que nos empuja, el aliento que nos eleva. Sigamos unidos, que juntos somos más fuertes. ¡Vamos Tigre! Este es solo el comienzo.»
El Matador recrudece en cada partido, demostrando que en Victoria no hay espacio para la rendición. ¡El fútbol argentino sigue siendo pura emoción!